Existen ciertos materiales que ofrecen múltiples formas de uso, y uno de ellos es la madera. Este material noble puede adoptar diversos roles: en la tectónica como elemento estructural, en los acabados como revestimiento de pisos, o incluso como elemento funcional y decorativo en forma de mobiliario. Dependiendo de su aplicación, la madera adquiere una narrativa distinta. En el diseño de fachadas, su integración otorga un carácter particular, ya que, además de contribuir a la identidad y estética del edificio, también desempeña un papel crucial en su funcionalidad.
Cuando hablamos de fachadas y madera, las celosías y el patrón de palillaje son elementos recurrentes. A través de este concepto —en contraste con los sistemas modulares— se pueden crear combinaciones personalizables para cada proyecto, lo que transmite una belleza artesanal única, según el diseño pensado para su uso. Además, la madera ofrece características destacables en términos de sostenibilidad, control solar, resistencia al clima y eficiencia energética. En conjunto, estas cualidades permiten que la fachada funcione como una interfaz dinámica entre el interior y el exterior, mediando también entre la luz y la sombra, así como las vistas.