La variada huella teórica y material en la arquitectura de Eduardo Sacriste ha dejado un importante legado en los estudiantes de arquitectura y sus profesionales argentinos. Su obra, que se desarrolló entre la práctica y la enseñanza, evidencia a un arquitecto encuadrado en las tendencias del movimiento moderno pero que valora la arquitectura local y las costumbres de sus habitantes.
Poniendo un particular foco de atención en la capacidad de la arquitectura como medio para la transformación social, sus atenciones se enfocaron en la vivienda popular y vernácula Argentina. Los proyectos que desarrolló se encuentran principalmente en la provincia de Tucumán, son el resultado de un equilibrio entre lo sencillo, lo eficiente y lo reflexivo. A partir de esto, consideraba que la arquitectura debía responder a los modos de vida de las personas y no a las características distintivas del autor en la arquitectura. Una arquitectura que demuestra humildad, que trabaja con el sentido de la razón y la economía.