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¡Lo vi en Instagram! Es una frase que oímos a menudo en diversos contextos, desde las últimas recomendaciones de restaurantes hasta el hotel de moda en la ciudad. La ventana para observar y exponernos al mundo exterior está ahora en nuestros smartphones. Esto no significa necesariamente que todo sea pesimismo. Sin embargo, refleja que estamos constantemente inundados de datos e información segmentada por algoritmos, todo ello en un formato muy fácil de consumir. En el mundo actual, solo se necesitan unos pocos segundos para formarse una impresión duradera de un edificio y su atmósfera, y esas primeras impresiones importan más de lo que a menudo imaginamos.
Durante décadas, el ciclo de vida de los edificios fue una fórmula sencilla: planificación, diseño, construcción, demolición y, por supuesto, el gran villano de esta historia: el vertedero. Con el tiempo, la práctica arquitectónica comenzó a adoptar conceptos como reutilización, desmontaje y demolición circular, pero a menudo como elementos secundarios, parte del cambio gradual hacia una economía circular en la construcción. Pero ¿y si estos principios ya no fueran excepciones? ¿Qué pasaría si diseñáramos o eligiéramos cada componente del edificio para mantener su valor y propósito más allá de su uso original? La verdad es que hay vida después de la demolición. Esta transición (de la demolición a prácticas centradas en la reutilización, la recuperación y el desmantelamiento sostenible) se está acercando cada vez más a la realidad. Para cuando llegue 2030, podremos remodelar fundamentalmente la forma en que abordamos los procesos, los edificios y el mercado mismo. A medida que se desarrollan estos cambios, debemos evaluar cómo nuestras estrategias se alinean con los objetivos y desafíos en evolución relacionados con la sostenibilidad y, por supuesto, las nuevas oportunidades que brindan.
La arquitectura navega cuidadosamente por la delgada línea que separa el arte de la artesanía, la creatividad de la funcionalidad y la expresión personal de las demandas sociales o industriales. Esta dualidad está cada vez más influida por la urgente necesidad de enfrentar los desafíos medioambientales. En la vanguardia de esta evolución se encuentran los materiales y los sistemas de construcción, pilares fundamentales del diseño y la ejecución, cuya historia está ligada al uso de materias primas naturales como la madera, la piedra y los metales. Estos materiales definieron los espacios construidos, aunque a menudo tuvieron un impacto negativo en los ecosistemas. Hoy en día, la disciplina parece estar atravesando una transformación profunda, dejando atrás la simple mitigación de impactos negativos para fomentar activamente la regeneración del planeta.
Desde materiales regenerativos que combinan biología e ingeniería, hasta principios de economía circular que redefinen el uso de los recursos, pasando por enfoques híbridos que integran tradición y tecnología de vanguardia, estas innovaciones están transformando el modelo del entorno construido. En este artículo, exploramos los avances clave del año en materiales y sistemas constructivos, destacando cómo están impulsando la arquitectura hacia un futuro más sostenible. Ya sea mediante materiales que secuestran carbono, sistemas diseñados para desmontarse y reutilizarse, o tecnologías que fusionan naturaleza e ingeniería, estos desarrollos subrayan el papel esencial de los materiales y los sistemas de construcción en la creación de un mundo regenerativo, resiliente y consciente de los recursos.
La arquitectura romana, célebre por su grandeza, precisión e innovaciones técnicas, ha fascinado a historiadores y entusiastas durante siglos. Al combinar funcionalidad y estética, transformó los paisajes urbanos de la antigüedad y dejó un legado que continúa influyendo en la arquitectura contemporánea. Estructuras icónicas como el Coliseo, el Panteón y los acueductos romanos ejemplifican el ingenio romano al utilizar materiales como el hormigón e implementar técnicas avanzadas, como el arco y la bóveda, que aseguraban durabilidad y eficiencia en sus construcciones. Sin embargo, gran parte de la teoría y el conocimiento que sustentaron estas hazañas notables se han perdido con el tiempo, dejando lagunas intrigantes en nuestra comprensión de sus métodos y prácticas.
Para algunos, la perfección de la naturaleza revela la firma de una fuerza divina, algo que desafía las explicaciones racionales. Como resultado de millones de años de adaptación y evolución, las estructuras y organismos naturales operan con una eficiencia que es difícil no admirar. Cada forma parece tener un propósito preciso, mostrando ingenio donde la funcionalidad y la belleza coexisten armoniosamente. Desde las hojas hasta los organismos más pequeños, la naturaleza sigue una lógica impecable de economía y precisión, eliminando los residuos. Demuestra que la simplicidad es a menudo la expresión más pura de sofisticación. Los árboles, por ejemplo, crecen para maximizar la fuerza y la estabilidad mientras al mismo tiempo minimizan el uso de recursos. Esta eficiencia estructural se logra alineando las fibras a lo largo de caminos de máxima tensión y dando forma a troncos y ramas para distribuir las cargas de manera óptima. Es un testimonio del hecho de que la naturaleza, por encima de todo, es una ingeniera magistral.
Toda innovación trae consigo fricciones, disrupciones y, sobre todo, aprendizajes. En la construcción civil, un sector históricamente resistente al cambio, los nuevos sistemas constructivos a menudo se reciben con cierta extrañeza, lo que requiere un análisis cuidadoso de los desafíos que surgen. El sistema wood frame, ampliamente adoptado en países como Estados Unidos, Japón y Alemania, nunca llegó a ser popular en Brasil, debido a factores que mantienen al sector intensivo en mano de obra y fuertemente vinculado a los métodos convencionales de albañilería y hormigón.
Sin embargo, con la disminución de la oferta laboral y las nuevas demandas de eficiencia y sostenibilidad, el sector de la construcción ha ido explorando alternativas innovadoras. En este contexto, el edificio Parkside Carvoeira, en Florianópolis, se destaca como un hito de innovación, siendo el edificio con estructura de madera más alto de América Latina. Desarrollado en alianza entre Parkside, la oficina de Desterro Arquitetos y la constructora local Tecverde, el proyecto pionero adopta el sistema como una solución sustentable y eficiente para satisfacer las necesidades de la construcción contemporánea en el país.
Crisis, crisis, crisis... ¿y adivinen qué? Más crisis. Cada vez que escuchamos esa palabra, todo parece más desalentador. Pero esta es la cuestión: con cada desafío viene una oportunidad. Desde la escasez de viviendas asequibles hasta la recesión económica y la emergencia climática, siempre hay un nuevo desafío que abre la puerta a nuevas posibilidades. Pero la verdad es que ninguno de estos son hechos aislados; todos están interconectados de alguna manera, formando diferentes facetas de la misma historia. Quizás una de las menos mencionadas, particularmente cuando se trata del entorno construido, es la crisis alimentaria global, que está creciendo (casi) silenciosamente, esperando ocupar un lugar central. Plantea varios desafíos para la producción futura de alimentos, especialmente en las ciudades.
El siglo XXI ha traído cambios significativos en la arquitectura de los edificios escolares, reflejando nuevas filosofías educativas, avances tecnológicos y valores sociales que priorizan la sostenibilidad y la inclusión. Esta evolución no es solo estética, sino que representa una profunda reformulación del papel de los ambientes físicos en la educación. Los pasillos estrechos y los innumerables pupitres en fila han dado lugar a espacios dinámicos, conectados con el entorno y con la comunidad, siendo la flexibilidad y la multifuncionalidad sus características fundamentales.
Músicos, publicistas y chefs de renombre son solo algunos de los profesionales que inicialmente encontraron inspiración y formación en la arquitectura. Mucho más allá del diseño de edificios, la arquitectura promueve una visión integral del espacio, la estética y la funcionalidad, habilidades valiosas en varios ámbitos. Los profesionales de la arquitectura están capacitados para pensar creativamente y resolver problemas complejos, aplicando esta experiencia al desarrollo de proyectos de todo tipo. Con la ayuda de la tecnología y las herramientas de Inteligencia Artificial, este campo puede expandirse aún más. El desarrollo urbano contemporáneo, en particular, enfrenta desafíos complejos que requieren soluciones innovadoras. Un ejemplo de incursiones de arquitectos/as sobre diferentes áreas de la vida cotidiana en el sitio de diseño o construcción es el Grupo OSPA, con sede en Porto Alegre, que a pesar de haber comenzado como una oficina de arquitectura, con el paso de los años, ha evolucionado hasta incluir tres actividades verticales principales desempeñando un papel crucial en el desarrollo urbano: Responsive Cities Institute, Urbe.me y Place.
Actualmente, hay múltiples voces que abordan los diversos asuntos de la arquitectura contemporánea. Los temas son numerosos y transitan desde la sostenibilidad y la inclusión hasta la justicia social y la crisis en la gestión del suelo. A primera vista, parece que no existe un terreno común donde todos estos conceptos puedan coexistir de manera transversal. Sin embargo, si miramos en retrospectiva, podemos ver que más allá de los conceptos arquitectónicos formales, el verdadero propósito de la arquitectura es, probablemente, las personas y las vidas que en ella se desarrollan.
Así, muchos podrían argumentar que la vida es posiblemente más importante que la arquitectura, lo cual podría abrir la puerta a un amplio debate. Lo cierto es que, en la actualidad, están surgiendo y consolidándose narrativas y voces que se orientan hacia la renovación de herramientas y lenguajes arquitectónicos, transformando el entorno construido en un medio que promueva un futuro más equitativo y optimista para todos. Una de estas voces es la de Tatiana Bilbao, reconocida por su enfoque centrado en el proceso, donde la vida y las interacciones humanas juegan un papel crucial en la definición del hábitat.
Tomás Bravo ha sido seleccionado para formar parte de las Nuevas Prácticas ArchDaily 2024, resaltando su trabajo en relación al diálogo entre la arquitectura y el territorio, y al uso de tecnologías avanzadas para analizar la naturaleza y el patrimonio a partir de un proceso que involucra un proyecto en sí mismo. Con origen en la diversa y compleja geografía de Chile, plantea el uso de la representación arquitectónica clásica en combinación con herramientas tecnológicas y metodologías de mensura para acercar el territorio y el patrimonio a los profesionales de la arquitectura y sus clientes.
A medida que nos acercamos a su centenario, el poliestireno expandido (EPS) se ha utilizado ampliamente en diversas industrias y aplicaciones, especialmente en la construcción. Desde 1970, el EPS se ha empleado en la construcción de edificios debido a sus propiedades de aislamiento térmico, estructura liviana de celdas cerradas, resistencia duradera e integridad a largo plazo. Sin embargo, si bien estas cualidades lo hacen muy útil y fácil de reciclar, también han generado debate debido a las recurrentes discusiones sobre sus procesos de degradación e impacto ambiental desde diversas perspectivas.
Mientras el debate continúa, han surgido muchas mejoras y enfoques alternativos en torno a este material, destacando que lograr una construcción sostenible implica utilizar el material adecuado para el trabajo correcto desde el principio. Así, con el tiempo, las innovaciones han aportado nuevas opciones para el reciclaje y el uso de EPS más allá de las aplicaciones de construcción tradicionales, como bloques de relleno o paneles divisorios. Esto demuestra que más que estigmatizarlo como un material problemático o “simple”, es fundamental considerar sus cualidades a través del diseño, la tecnología y el desarrollo de métodos para una gestión responsable y sostenible.
Entender una disciplina desde múltiples perspectivas e intersecciones es esencial para adquirir una comprensión profunda de la misma. En la arquitectura, la diversidad de enfoques para su estudio enriquece nuestra percepción al permitirnos apreciar su complejidad desde diferentes ángulos. Tanto para estudiantes como para profesionales, es crucial explorar aspectos como la historia, las fuentes de materiales y productos, los procesos de construcción, la implementación de nuevas tecnologías y los desafíos sociales contemporáneos. Estos aspectos se entrelazan y amplían la noción convencional de "arquitectura", trascendiendo la mera creación de edificios o la definición de espacios.
Ronald Rael, arquitecto y catedrático de arquitectura Eva Li Memorial en la Universidad de California, Berkeley, ejemplifica esta visión a través de su práctica, que abarca desde la investigación hasta la conexión de prácticas materiales indígenas y tradicionales con tecnologías y problemas contemporáneos. Como activista y diseñador, los intereses de investigación de Rael exploran la fabricación aditiva, los estudios de muros fronterizos y la construcción con tierra. Cofundador de Rael San Fratello, Emerging Objects y Forust, su práctica muestra un enfoque de la arquitectura de gran relevancia en la época contemporánea.
Mientras lees esto, podrás notar que estás rodeado de varios elementos hechos de plástico. Esta omnipresencia no es coincidencia; de hecho, la versatilidad del plástico lo ha vuelto adecuado para una variedad de aplicaciones, y su inventor, Leo Baekeland, lo describió como “el material de los mil usos”. Sin embargo, cuando se trata de impacto ambiental, el problema reside en sus propias cualidades: es tan duradero, adaptable y fácil de producir (430 millones de toneladas por año) que, según datos de la ONU, el equivalente a 2.000 camiones de basura llenos de plástico se vierte en los océanos, ríos y lagos todos los días.
En el entorno construido, el plástico se ha incorporado a diversos materiales, productos y sistemas constructivos, contribuyendo a una crisis ambiental que afecta gravemente el bienestar de millones de seres vivos. Ante este problema, una posible dirección es dejar de utilizarlo. La búsqueda de alternativas libres de plásticos está marcando el camino hacia un futuro donde la arquitectura se desvincula progresivamente de estos materiales contaminantes, impulsando soluciones sostenibles que reduzcan nuestra dependencia de ellos y contribuyan a preservar el medio ambiente.
Felipe Savassi se destaca como una mezcla de diseñador y comunicador en la escena arquitectónica brasileña. Comparte su pasión por la arquitectura y su visión emprendedora con sus miles de estudiantes y seguidores en las redes sociales, a través de contenidos que buscan impulsar un enfoque centrado en promover la construcción industrializada y modular. Graduado en Arquitectura y Urbanismo por el Instituto Isabela Hendrix de Belo Horizonte, su labor profesional se sustenta en cuatro pilares esenciales: concepción y ejecución de proyectos arquitectónicos, educación, tutoría y consultoría, además de un fuerte compromiso en comunicación y difusión de contenidos.
Cuando Wallace S. Broecker introdujo por primera vez los conceptos de calentamiento global en la década de los 70, es probable que la sociedad no anticipara las implicaciones de este fenómeno. Hoy, más de 50 años después, hemos dejado de prever un escenario climático adverso para presenciarlo directamente. En la actualidad es evidente que la tierra rompe récords de temperatura año tras año, como resultado de una disparidad en la respuesta global y una reducción de emisiones de carbono que avanza lentamente.
Para reducir las emisiones de CO2 en la arquitectura, es crucial implementar estrategias efectivas que aborden tanto la fabricación de materiales como el ciclo de vida de los edificios, así como también el consumo de energía durante su uso. En países como EE.UU, aproximadamente el 45% del consumo de energía en el sector residencial se destina a la calefacción y refrigeración de los espacios, haciendo fundamental abordar un diseño eficiente de los edificios, especialmente en la fachada. Para lograr este objetivo, se están implementando políticas que promueven una reconversión hacia un modelo más sostenible. En este nuevo modelo, las certificaciones de sostenibilidad para los edificios proporcionan un marco de medición y evaluación del consumo de recursos.
La flexibilidad de la arquitectura le permite cambiar y ajustar continuamente su forma en respuesta al progreso tecnológico, las tendencias sociales y artísticas, y las experiencias colectivas que vivimos. Los acontecimientos globales a gran escala, como las migraciones transatlánticas del siglo XIX, el impacto de la tuberculosis en el diseño y, más recientemente, los efectos de la última gran crisis sanitaria mundial (COVID-19), han desempeñado un papel importante en la configuración de la evolución de la arquitectura.
En el contexto de la crisis climática, el papel de la arquitectura y el urbanismo ha sido ampliamente debatido, ya que representa uno de los mayores desafíos de este siglo. Es innegable que si bien hay esfuerzos activos a través de políticas e innovación para evitar llegar a un punto de no retorno, la arquitectura ya se está adaptando a los cambios y condiciones extremas que provoca. Más que pensar en un escenario de futuro lejano o distópico, los paulatinos cambios en las condiciones climáticas han sido motores para modificar, a través de operaciones arquitectónicas, cómo concebimos los edificios contemporáneos.