Generalmente, como arquitectos, descuidamos el envejecimiento de los edificios una vez construidos. Dedicamos la mayor parte del tiempo a entender y manejar su funcionamiento, y dejamos en segundo plano el 'maltrato' que el clima y el uso cotidiano ejercerán sobre sus elementos. Es un proceso inevitable e incierto que plantea la pregunta de cuándo está realmente finalizado un edificio: ¿cuándo se mueve la última pieza de mobiliario? ¿cuándo se pone la última teja sobre la cubierta? ¿cuándo han pasado los años y la naturaleza ha seguido su curso?
En lugar de restar valor al edificio, las fuerzas naturales pueden aumentar la integridad del material, suavizando su apariencia inicial rígida y sin carácter. Considerar el futuro de los materiales es importante para crear estructuras que pueden aumentar su belleza a lo largo del tiempo. Para ayudarte a elegir materiales que entreguen estos efectos, hemos recopilado seis opciones que envejecen correctamente y con gracia.