Nacido en el período de posguerra en el Reino Unido, el Movimiento Brutalista fue recibido inicialmente con escepticismo pero ha encontrado una nueva apreciación en la última década, capturando la imaginación de nuevos diseñadores fascinados por la interacción entre las formas geométricas impactantes y los materiales crudos expuestos en los que se representan. Desde Gran Bretaña, el movimiento se extendió por toda Europa, el sudeste asiático y África, reuniendo diferentes variaciones influenciadas por el estado cultural y socioeconómico de cada área. En este artículo, profundizamos en las particularidades que definen la contribución de Italia al movimiento brutalista, explorando el estilo a través de la mirada de Roberto Conte y Stefano Perego. Los dos fotógrafos también han publicado un ensayo fotográfico sobre el tema, en forma de un libro titulado “Brutalist Italy: Concrete Architecture from the Alps to the Mediterranean Sea”.
Stefano Perego: Las más recientes noticias y obras de arquitectura
Brutalismo en Italia: una arquitectura de materiales y formas en su estado puro
Brutalismo en Escuelas y Universidades de Europa, por Stefano Perego
En su libro “El Brutalismo en Arquitectura: ¿Ética o estética?”, Reyner Banham establece el que, según él, fue uno de los momentos claves para definir la raíz semántica del término Brutalismo “existe un hecho arquitectónico indiscutible: la obra de hormigón de Le Corbusier: la Unité d'habitation de Marsella. Y si hay una sencilla fórmula verbal que haya hecho admisible el concepto de Brutalismo en muchos idiomas del mundo occidental consiste en que el propio Le Corbusier describiese esa obra como de «Béton brut» (hormigón en bruto). Término y edificio surgen, pues, conjuntamente”. En su libro, Banham marca como hito histórico la construcción de la Unidad Habitacional y remarca con especial énfasis su condición material. A partir de allí, el hormigón armado en bruto queda definido como el material predilecto de este tipo de arquitectura. Si bien, igualmente, hay cierta indefinición teórica respecto a los límites y alcances del término “brutalista”, hay ciertas constantes sobre sus parámetros estéticos que permiten establecer una línea de análisis relativamente concreta. En estos términos, los edificios pertenecientes al brutalismo se caracterizan por su sinceridad constructiva -mostrando y evidenciando el material que compone la arquitectura, así como su lógica constructiva y estructural- la geometría de sus formas y la aspereza de las superficies.
Beerseba: la arquitectura brutalista del desierto de Israel, por Stefano Perego
Ubicada a 108 kilómetros de Tel Aviv, Beerseba (Be'er Sheva) es considerada una de las ciudades más antiguas de Israel. Aunque existente ya en la época bíblica, fue destruida y reconstruida muchas veces, por lo que su identidad se define por la superposición de diversas capas históricas. Una de las principales transformaciones que experimentó la ciudad a nivel arquitectónico y urbano fue generado por el aumento poblacional de la década de 1950 (luego de la fundación y creación del Estado de Israel en 1948). En ese entonces, el gobierno expandió y reconstruyó por completo la ciudad, que pasaría de ser un pequeño centro de 4000 personas, habitado principalmente por personal militar, a un gran centro urbano consolidado y capital del desierto del Néguev. Beerseba, al igual que otras ciudades del país, se convertiría en un verdadero taller de planificación urbana al aire libre, un lugar donde muchos arquitectos se inspiraron en el modernismo de Le Corbusier para proyectar nuevos modos de habitar.
Arquitectura futurista de los 70': Fotografías de un mundo moderno con tintes de ciencia ficción
El manifiesto futurista, firmado en el año 1909 por el poeta Filippo Tommaso Marinetti sería el puntapié inicial para formalizar los ideales y sentar las bases de un movimiento vanguardista que atraería a escritores, músicos, artistas y arquitectos (entre los que se encontraba, por ejemplo, Antonio Sant'Elia). Tras la publicación del manifiesto, el futurismo se consolidaría como una corriente de ruptura y abriría el camino para que otras vanguardias artísticas entraran en escena en los albores del siglo XX.
Si bien este movimiento experimentaría un declive considerable en el período de posguerra, se reinventaría notablemente en el contexto de la Era espacial, donde la expectativa de la conquista del espacio, la fe en la tecnología, el esplendor industrial, la incipiente cultura del automóvil, el florecimiento económico y cultural, y la fascinación por los nuevos materiales, habilitarían un nuevo panorama donde diferentes generaciones de arquitectos reinterpretarían la estética futurista durante varias décadas (principalmente los 60’ y 70’). Vanguardia, ingeniería y arte se combinarían y, potenciadas por los avances tecnológicos, darían origen a una arquitectura con aires de ciencia ficción.
Brutalismo en Iglesias y Capillas de Europa, por Stefano Perego
Con una gran carga simbólica, la arquitectura religiosa se ha caracterizado históricamente por la riqueza de sus espacios interiores. La escala, la materialidad y principalmente la luz fueron herramientas de la que muchos arquitectos y diseñadores se valieron para recrear ciertas atmósferas que enriquecieran los sectores de oración, conduciendo a los fieles hacia una experiencia sagrada a través del espacio.
Brutalismo en viviendas colectivas de Europa, por Stefano Perego
Si bien hay cierta indefinición teórica respecto a los límites y alcances del término “brutalista”, hay ciertas constantes sobre sus parámetros estéticos que permiten establecer una línea de análisis relativamente concreta. En estos términos, los edificios pertenecientes al brutalismo -estilo del Movimiento Moderno que atravesó su época de auge entre las décadas de 1950 y 1970-, se caracterizan por su sinceridad constructiva -mostrando y evidenciando el material que compone la arquitectura, así como su lógica constructiva y estructural- la geometría de sus formas y la aspereza de las superficies. El hormigón armado aparece como el material predilecto y tanto las texturas generadas por los encofrados de madera rugosa como las incorrecciones del hormigón ya no se cubren con revoque o pintura, sino que se opta por una exhibición deliberada de los procesos constructivos.