La smart city, esa gran promesa contemporánea para dar solución a las problemáticas de la ciudad, arrastra una trayectoria de contradicciones, que desemboca en un nuevo término heredero de conceptos arraigados en la sociedad del conocimiento: smartcitizens. Precisamente el reconocimiento de esta expresión hace patente la necesidad de revisar los impactos derivados de soluciones urbanas exclusivamente tecnológicas que dieron forma a las propuestas iniciales de las smart cities. Así, el concepto smartcitizens representa a las iniciativas fruto de la inteligencia colectiva que proyectan el camino hacia el cambio de la estructura socioeconómica de nuestras ciudades,basado en la capacidad de estar conectados, compartir información y ser proactivos con nuestro entorno.
Smart cities aquí, smart cities allí, smart cities everywhere. Desde hace unos años estamos siendo testigos del boom de las smart cities (‘ciudades inteligentes’), hasta el punto que parece que de la noche a la mañana todas las ciudades son smart1. De esta manera, la popularidad del término ha experimentado un crecimiento exponencial, eclipsando otras conceptualizaciones previas más integrales como la ‘ciudad sostenible’ 2, o aquellas otras que respondían de una manera más adecuada a la era en red y a las nuevas relaciones socioeconómicas derivadas de ella, como la ‘ciudad del conocimiento’ 3.