![La ‘arquitectura social’ en Lima: sobre la omisión (in)voluntaria de lo bueno, lo bello y lo verdadero - Imagen Principal](https://snoopy.archdaily.com/images/archdaily/media/images/5a09/ce55/b22e/3824/ce00/0565/slideshow/3_-_primera_menci%C3%B3n_honrosa.jpg?1510592082&format=webp&width=640&height=580)
En la arquitectura clásica se intentó siempre tener presente los preceptos platónicos sobre ‘lo bueno, lo bello y lo verdadero’. La belleza, el bien y la verdad eran conceptos inseparables. Lo bello era estética y funcionalmente bello, y lo funcionalmente bello era bueno. Lo verdadero era el conocimiento de la realidad, y el conocimiento, inherentemente, era bueno y bello. Hacer arquitectura bella implicaba hacerla buena y verdadera. La belleza en la arquitectura, entonces, no solo era valorada a través de criterios estéticos, sino también a través de la moral. Y la moral, subjetiva y cambiante según las sociedades y los tiempos, siempre ha sido establecida por las personas. Aquellas quienes determinaban qué era lo bueno definían también los cánones de belleza, imponiendo, de alguna manera, una verdad.