Hace algunos meses, el suplemento Babelia del periódico El País, publicó en portada un retrato de la arquitecta hindú Anupama Kundoo. En el artículo interior se hablaba también sobre su trabajo, sin embargo lo que se destacaba en portada no era uno de sus proyectos o las repercusiones sociales de éstos, sino la imagen del personaje. Con un “star-system” en horas bajas por las repercusiones de la crisis económica del 2008, el sistema se replica pero con nuevos personajes: héroes desinteresados que van a salvar el mundo.
Kundoo -a quien incomoda la etiqueta de “arquitecta socialmente responsable”- ha explicado que ella es sólo “una arquitecta”, que por su condición y origen trabaja en ciertos lugares pero que su trabajo es como el de cualquier otro profesional. El problema está en que el negocio de la difusión -y educación también- necesita promover y consumir personajes para que siga girando la rueda, y por lo tanto parece pertinente alertar sobre lo peligroso de la distorsión del mensaje, especialmente en los estudiantes y arquitectos jóvenes.