Dredd no es la primera adaptación de la serie de cómics homónima; ya en 1995 el director Danny Cannon y el actor Sylvester Stallone habían realizado una aproximación a la urbe caótica de “MegaCity One”, la cual estaba claramente influenciada por la estética de Blade Runner al mostrar una ciudad cubierta en oscuridad y luchas trepidantes sobre rascacielos. En comparación con dicha ambientación efectista y futurista, esta nueva adaptación nos ofrece una visión mucho más “real”, casi palpable del que pudiera ser el futuro de la humanidad.
La película inicia con la imagen de un gran desierto, una extensión inconmensurable de tierra árida donde la vida no existe. Una voz en off nos alerta de su condición radiactiva, mientras a lo lejos se vislumbra la silueta de múltiples rascacielos repartidos en el horizonte. La humanidad ha conseguido finalmente degradar su medio ambiente tras una gran guerra, resguardándose sobre la última extensión de tierra que le queda. Se refugia en su invento más grande, la ciudad, buscando consuelo y esperanza, encontrando tan solo infelicidad y conflicto en su propia creación.