Hoy en día, la península de Corea es un poderoso ejemplo de polarización de posguerra: dos sistemas políticos y económicos opuestos, presentados constantemente en contraste y conflicto, por los medios de comunicación mundial, y que todavía mantienen una complicada e intrincada relación. El papel de la arquitectura en esta polarización fue fundamental. Corea del Norte buscó representar las aspiraciones de una nueva nación comunista en un contexto devastado después de la guerra, una tabla rasa para las adaptaciones que podrían haber aparecido con el modernismo. En Corea del Sur, el rápido crecimiento económico generó una forma de modernización que representaba los ideales de un mundo globalizado.
Estas distintas formas de "incorporar la modernidad" (temática de la Bienal), y la relación entre las dos naciones vecinas, están representadas en el Pabellón de Corea en una exposición llamada “Vista ojo de cuervo”, ganadora del León de Oro en la Bienal de Venecia de 2014. La densa exposición, curada por Minsuk Cho junto con Hyungmin Pai y Changmo Ahn, utilizó cada rincón del pabellón para representar el tema. Los curadores invitaron a un grupo multidisciplinar de arquitectos, urbanistas, poetas, escritores, artistas, fotógrafos, cineastas, curadores y coleccionistas para demostrar (con la mejor información disponible, ya que resultó imposible la cooperación oficial con las instituciones de Corea del Norte) las intersecciones y divisiones arquitectónicas entre Corea del Norte y del Sur.
Reconocida por los jueces como una "investigación en acción", la “Vista ojo de cuervo” proporciona un valioso aporte a un discurso que ha sido narrado principalmente por occidente central. Y es precisamente esto lo que, según los rumores, hizo de este pabellón el favorito de Koolhaas.