A pocos edificios en la historia se les puede adjudicar un legado tan infame como al proyecto de vivienda social Pruitt-Igoe en St. Louis, Estados Unidos: esta colección de torres residenciales construidas durante el apogeo del movimiento moderno pretendía ser un triunfo del diseño arquitectónico racional por sobre los males de la pobreza y el deterioro urbano, pero tras dos décadas de agitación sufrió un simbólico final: su demolición total en 1973. Su caída llegó a significar no solo el fracaso de un proyecto puntual de vivienda pública, sino también la caída del movimiento moderno.
La construcción de proyectos habitacionales como Pruitt-Igoe fue una respuesta directa a la expansión urbana tras la Segunda Guerra Mundial: el rápido crecimiento que experimentaban las ciudades estadounidenses hasta antes de 1920 ahora caía dramáticamente e incluso se revertía en algunas ciudades como St. Louis en el estado de Missouri. Lo más alarmante para los expertos urbanos era un éxodo a los suburbios, que en su gran mayoría eran residentes de clase alta, privando a las empresas locales de clientes y a los gobiernos cívicos de sus ingresos fiscales.