La arquitectura ha sido entendida durante mucho tiempo como una herramienta poderosa para dar forma al entorno físico y a las dinámicas sociales dentro de él. Sin embargo, su potencial para fomentar la equidad social a menudo es pasado por alto. El diseño impulsado por la empatía invita a los profesionales de la arquitectura a abordar su trabajo no solo como creadores de espacio, sino como facilitadores de la conexión humana y el bienestar comunitario. Este enfoque se centra en comprender las experiencias vividas, las luchas y las aspiraciones de las personas — particularmente las comunidades marginadas — y en responder a sus necesidades a través de una arquitectura inclusiva y reflexiva. Va más allá de la estética y la funcionalidad, enfocándose en crear espacios que fomenten la dignidad, la accesibilidad y la equidad social. Al priorizar la empatía, los arquitectos/as pueden diseñar entornos que eleven a las comunidades, aborden las disparidades y creen espacios inclusivos que promuevan un cambio social positivo de manera tangible y centrada en el ser humano.