¿Qué tiene la obra de Joaquín Vaquero Palacios que nos sorprende después de tanto tiempo y que la hace merecedora de una exposición en el Museo ICO y tantas visitas de especialistas? Muchas veces me han utilizado, y yo encantado, como arquitecto de contacto para venir a Asturias a ver las obras de Vaquero. La disposición de Hidrocantábrico y ahora de EDP (yo sigo hablando con las mismas personas, gracias por tanto a Nicanor Fernández y su equipo) siempre es total asumiendo con estoicismo cambios, ya que los de fuera no se dan cuenta, por ejemplo, de que ir a Grandas de Salime sigue siendo un gran viaje que ocupa, llena de dicha, el día entero o que las cuestiones de seguridad son fundamentales.
En cierta ocasión trajimos un autobús desde la Universidad InternacionaI Menéndez Pelayo y al final del día aplaudían en el bus como si hubiera sido una ópera. Y lo era: la gran ópera formal de Vaquero. Este año sin ir más lejos fui cicerone para el Máster de Arquitectura Avanzada de la Universidad Politécnica de Madrid, que dirige Juan Herreros, un apasionado de Vaquero que nos acompañó en muchas ocasiones, donde había estudiantes de cinco nacionalidades distintas que quedaban boquiabiertos al ver las centrales. También coincidimos en Proaza, en las oficinas, y en Veriña con el joven equipo de arquitectos que diseñaba esta exposición, y que iban revisando, cada parte, cada archivo que encontraban en los edificios.