No es una tarea fácil o confortable proponerse estudiar la obra de Lina Bo Bardi en momentos conmemorativos como éste. La ruta es accidenta, los vientos soplan en todas las direcciones y, considerando un paradigma en que las aguas de la información llegan a sofocarnos, la investigación se convierte en una aventura. Por otra parte, cada buceo nos revela un sentido diferente, nos coloca en contacto con otros aventureros y convierte la obra de Lina más presente en la vida de cada vez más personas.
La reanudación de su trabajo en este momento, más allá de ser motivado por el centenario de su nacimiento, es reflejo del creciente interés de la comunidad internacional por sus obras, principalmente a partir de la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2010, con curatoría de Kazuo Sejima, que dedicó una muestra especial para su obra.
El momento también coincide con una cierta maduración del campo intelectual de la arquitectura en Brasil. En relación con todo lo que hizo, muy poco estaba incluido en la historia de la arquitectura y la cultura brasileña mientras estaba viva.