Sinónimo de luz y lealtad, la figura de los faros nos remonta hacia la antigüedad. Concebidos con un fin utilitario, aquellas estructuras arquitectónicas han acompañado durante décadas a miles de navegantes alumbrando las costas y advirtiendo ante la existencia de tantos posibles peligros y accidentes geográficos. Arraigados en la memoria colectiva, representan momentos históricos determinados dependiendo del país o lugar del mundo en que se encuentren.
Al recorrer la ininterrumpida costa marítima argentina que se extiende desde Buenos Aires hasta Tierra del Fuego, los faros se alzan cual columnas y asomando de entre las olas, señalan el límite de la civilización permitiendo el diálogo y la articulación con la naturaleza.