En los últimos tres meses, el coronavirus se ha extendido a más de 100 países y ha cobrado más de 3,800 vidas. También ha sumido a muchas industrias mundiales en una parálisis, desde vuelos cancelados y cuarentenas masivas hasta interrupciones en las cadenas de suministro y los mercados financieros.
Dejando a un lado las graves implicaciones para la salud, la epidemia de coronavirus ha ampliado, de manera poco ortodoxa, un debate sobre el futuro del trabajo. Con millones de personas en todo el mundo trabajando desde su hogar como resultado del brote, ya sea a través de la cuarentena o como medida de precaución de la empresa, se comienza a hacer la pregunta: ¿estamos viendo el principio del fin de la tipología tradicional de la oficina?