Estudios muestran que la inversión pública en redes cívicas integradas y seguras promueve transformaciones urbanas concretas, entregando más humanidad, salud y calidad de vida en las ciudades. Mientras en Holanda y los países nórdicos las bicicletas son parte de la vida cotidiana, la mayor parte del mundo todavía sigue buscando modelos para disminuir la congestión y aumentar su uso. Según el ITDP (Institute for Transportation and Development Policy), la inversión en el transporte no motorizado reduce la congestión, mejora la calidad del aire, la salud física y mental de los residentes, y potencia el comercio local y la visibilidad de las marcas, ya que los ciclistas tienden a prestar más atención a todo lo que ocurre a escala del peatón, ocupando además menos espacio que los automóviles.
Pero junto a las ciclovías, es imprescindible proporcionar espacios adecuados para que las bicicletas puedan ser estacionadas en ciertos puntos del recorrido; estructuras que permitan apoyar y asegurar la bicicleta, integrándose al mobiliario urbano de la ciudad, junto a bancos, plazas, luminarias y totems informativos.