
Después de compartir un tiempo en tierras egipcias me es imposible recordarlo sin la omnipresencia del río Nilo. Desde el aire ya se muestra y de alguna manera marca un recorrido en el país: sobre el gran delta del Nilo están situadas las ciudades de El Cairo y Alejandría, tiene una longitud de 6.853 kilómetros siendo el segundo río más largo del mundo, tras el Amazonas.
Nasser Bayumi, mi amigo en el Cairo, logró embarcarme en la noche a un bus local hacia Luxor. Tardamos mucho en encontrar la estación, pues esa zona de la ciudad es particularmente confusa para el tráfico. Antes de embarcar en el bus, tuve la oportunidad de caminar por un gran puente que salta el Nilo y cose al Cairo. En esta corta caminata nocturna uno podría sentirse no tan lejos de casa al ver la publicidad global: Messi en su gran partido de fútbol o la canción Despacito y su “cantante” presentando su “show” el fin de semana, o el río Nilo lleno de luces invitando a ser navegado en sus barcazas turísticas.
Casi atrasado, pero ya en el bus, sentí nuevamente lo lejos de casa que me encontraba, pues incluso los números de los asientos estaban en lengua árabe, pero al mismo tiempo también me sentí cerca de casa puesto que al ser un bus popular tenía similares características a los de un transporte ecuatoriano, es decir, mucha gente, asientos sobrevendidos, vendedores, charlatanes y paradas a cada cuadra.