El pueblo de los Uros, ubicado a 6 km de la Ciudad de Puno, Perú, ha resistido el paso del tiempo sobre islas hechas de totora, un paisaje artificial confeccionado completamente a mano. Su tecnología constructiva se ha transformado en la tradición que ha permitido la permanencia de un pueblo flotante, adaptable y renovable.
A través de este trabajo, les presentamos una tradición arquitectónica que ha posibilitado la subsistencia y el ecosistema de uno de los pueblos indígenas más particulares y remotos de Sudamérica, quienes nos entregan una muestra sensible de sustentabilidad y resiliencia a través de un profundo vínculo con el territorio.
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A más de 3.800 metros sobre el nivel del mar y a orillas del Lago Titicaca, la ciudad de Puno se alza como la capital folklórica de Perú por su entrecruce de arquitectura, arqueología y danza. No solo es hogar de la festividad de la Candelaria, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2014; sino también conserva a unos kilómetros el gran legado arqueológico de las culturas pukará y tiawanaku, y también se puede visitar las Islas Flotantes de los Uros, Amantani y Taquile en la lago navegable más alto del mundo.
Antes de seguir avanzando, si no están acostumbrados a esta altura, les recomendamos beber constantemente mate de coca, o bien, masticar hojas de coca, que pueden comprar en cualquier almacén. Otra cosa: en un mismo día puede salir el sol, llover y granizar, así que tengan en cuenta esto cuando escojan su vestimenta. Lo último: en Perú a las calles de al menos 10 cuadras de largo, estrechas y generalmente de un carril se les llama jirones (Jr.).