
¿Qué otra cosa es más familiar para cualquier ser humano que la comida? La comida conecta el paisaje con la cultura, con la emoción, con la historia y con la salud planetaria en general. Compartir alimentos y cocinar para otras personas representa un acto básico de cuidado y una manera de expresar generosidad y hospitalidad, recordándonos cuánto dependemos los unos de los otros. La comida nos permite pensar de forma sencilla en las relaciones complejas del hábitat y proporciona un espacio común para que las personas nos conectemos como en nuestra propia casa: alrededor de la mesa de la cocina.