Los edificios de madera se celebran regularmente por su apariencia sostenible, ya que el dióxido de carbono extraído de la atmósfera por los árboles queda atrapado en la estructura del edificio. Pero, ¿y si pudiéramos hacerlo mejor, diseñar edificios que no solo retengan carbono, sino que absorban activamente dióxido de carbono para reforzar su estructura? En este artículo, publicado originalmente por la Federación Internacional de Arquitectos Paisajistas como "Baubotanik: Biodiseño de inspiración botánica", Ansel Oommen explora la teoría y las técnicas de Baubotanik, un sistema de construcción de árboles vivos que busca lograr precisamente eso.
Los árboles son los guardianes altos y silenciosos de nuestra narrativa humana. Pasan toda su vida respirando por el planeta, manteniendo varios ecosistemas, mientras brindan servicios esenciales en forma de alimentos, refugio y medicinas. Sus resistentes ramas elevan tanto el cielo como nuestros espíritus. Su grandeza reflejada en el viejo musgo es testimonio del paso de los años y de los siglos, tanto que imaginar un mundo sin árboles es como imaginar un mundo sin vida.
Entonces, para continuar existiendo, la humanidad no solo debe coexistir con la naturaleza, sino también ser su benefactora activa. En Alemania, esta alianza se encuentra a través de Baubotanik, o Construcciones con Plantas Vivas. Creado por el arquitecto Dr. Ferdinand Ludwig, la práctica se inspiró en el antiguo arte de la escultura de árboles.