Los seres humanos somos “máquinas de ver”. Salvo en el caso de aquellos que no cuentan con dicha condición, los ojos son nuestra mayor productora de información. Posteriormente el cerebro de cada cual interpreta dichas imágenes según proceda… No hay que confundir el "mirar", con el acto de "ver" algo. La mirada, respuesta automática y pasiva, debe convertirse en el acto de ver, de procesar todos esos bits de información en algo concreto, tangible. Sherlock Holmes observaba el lóbulo de una oreja con objeto de deducir un parentesco; Proust, el dobladillo de un vestido o la nuca para comprender en profundidad a una mujer… ¿Dónde se oculta el signo? ¿Cómo saber, en una imagen, ya sea verbal, visual o sonora, cuál es la parte significante y cuál el fondo neutro y vacío, el ruido que hay que descartar?
Nuestros ojos son los encargados de captar y embeber dicha información; nuestro cerebro de tratarla y traducirla; pero es la fotografía, más concretamente nuestra cámara, la que consigue retenerla, congelarla en forma de foto, para que una vez nuestros ojos hayan dejado de mirar, comiencen a ver. Como decía Le Corbusier, sencillamente, “hay que ver lo que se mira”.
Llegados a este punto, la siguiente pregunta sería ¿cómo tiene que verse la arquitectura? ¿Cómo la fotografía se aproxima y se integra en el mundo de la arquitectura? Recurrimos a otra frase de Le Corbusier para entenderlo:
“El hombre sólo trabaja sobre geometría. […] Su presencia se traduce por el hecho de que en un paisaje, es decir, una obra de la naturaleza que se presenta bajo un aspecto accidental, el trabajo humano sólo existe en forma de rectas; verticales, horizontales, etc.”
Para comprehender y percibir la arquitectura, necesitamos atender tanto al objeto a fotografiar, como al entorno en el que se ubica; el background que conforma la escena. Si fotografiásemos solamente el edificio, nos estaríamos equivocando: captaríamos el mismo, pero no la arquitectura. Pues esta no es sólo construcción. Es eso, y todas las conversaciones que dicha obra inicia con el entorno. Un diálogo: con otros edificios, con los usuarios, con la naturaleza… Tal vez en este último punto, en el que la arquitectura se posiciona ante el entorno natural, es donde se ven más presentemente las líneas rojas que separan ambos mundos y condiciones: el fenómeno natural, que no constituye un simple fondo decorativo, sino que conforma el entorno agresivo al que se opone el orden humano, la casa, geométrica, abstracta; pura invención de la mente.
Simetría: no mera repetición especular de lo mismo, sino una oposición viva de dos fuerzas equivalentes, de una misma intensidad, de una misma presencia. Simetría en el sentido griego, no en el de las bellas artes; aquello de lo “congelado”. Para recuperar esa mirada que empareja las oposiciones, simplemente tenemos que comenzar a ver. Apartar nuestra mirada de lo cotidiano, y buscar nuevas relaciones dentro del dinamismo que nos rodea hoy día.
Dichas relaciones no aparecen solamente en el exterior. ¿Qué sería de las revistas de decoración si esto fuese así? La arquitectura nos habla a gritos; con su fachada, con su forma de implantarse en el lugar, … como quien quiere llamar tu atención pero no sabe cómo. Sin embargo, una vez nos adentramos en ella, su tono torna hacia algo amable, susurrando, ofreciendo espacios y familiarizándose con el invitado. Nuestra mirada debe cambiar de nuevo. Ya no importa qué rodea al edifico, sino lo que este nos ofrece una vez entramos. Se inician nuevas asociaciones, mucho más objetuales, pero no por ello menos importantes. Desaparece la dualidad artificial-natural para quedarnos sólo con lo primero; haciendo ver que nuestro edificio también tiene algo que contar, que tiene personalidad y alma; algo que también podemos captar con nuestro objetivo.
Obviamente, toda cámara necesita del ojo de alguien para cumplir su función. Con ello quiero decir que el fotógrafo que la porta debe saber qué quiere fotografiar, debe tener la educación visual suficiente para saber captar lo que el edificio quiere contarnos; o lo que el arquitecto pretendía proclamar en el momento de realización de la misma. Si sabemos capturar esa esencia, esa controversia interna, seremos buenos observadores, además de buenos fotógrafos. Fotografiar arquitectura; pero también atmósferas.