La arquitectura, entendida como producto cultural, está fuertemente influenciada por diversos estímulos que incluyen aspectos históricos, geográficos y culturales, entre otros. Estos elementos conforman una herencia que puede (o no) perdurar en el tiempo. Aunque la arquitectura tiende a adaptarse a cada cultura, ajustando sus técnicas tradicionales según su contexto y moldeando el entorno que la rodea, no existe una garantía de que los elementos tradicionales perduren o permanezcan inalterados con el paso del tiempo. Esto se debe en gran medida a la constante evolución de la sociedad y la tecnología, que en ocasiones tiende hacia la universalidad y la adopción de un lenguaje común, en lugar de uno propio.
Ante este escenario, es fundamental explorar un enfoque donde la innovación y la tecnología no reemplacen la tradición y la producción artesanal; más bien, surgen como un medio de exploración hacia rutas emergentes. La adopción de técnicas y materiales innovadores que se adaptan a las necesidades locales específicas permite mantener una expresión auténtica que responde a las demandas del entorno. Este enfoque, potencialmente llamado neoartesanía, permite preservar una voz única que refleja la autenticidad del contexto local y, al mismo tiempo, contribuye a una perspectiva universal al fusionar lo local con lo global.
En esta exploración de la dicotomía entre tradición e innovación podemos encontrar ejemplos destacados, como el Proyecto Talavera, una iniciativa de investigación llevada a cabo por MANUFACTURA en colaboración con Uriarte Talavera. Este taller, fundado en 1824, cuenta con el reconocimiento de ser el primer productor de Talavera —cerámica vidriada distintiva de Puebla— en México. El proceso de Talavera se introdujo en la región en el siglo XVI con una fuerte influencia de la cerámica musulmana y china siendo ahora reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La investigación aborda problemas fundamentales en la producción de Talavera: la falta de innovación y el alto nivel de desperdicio, dado que se trata de un material y proceso con denominación de origen, protegido por normativa local. Por eso, el objetivo principal de este proyecto se centra en una pieza cuyo objetivo es visibilizar la sinergia entre tradición y tecnología, creando un nuevo diálogo entre artesanía e innovación.
Como parte de este proyecto, hablamos con Dinorah Schulte para profundizar en el proceso. Durante nuestra discusión, exploramos las contribuciones potenciales que podría ofrecer la fabricación digital, extrayendo ideas de investigaciones como esta.
Enrique Tovar (ArchDaily): Al trabajar con cerámica local en este proyecto, ¿qué desafíos enfrentaron al imprimir con el brazo robótico y qué papel jugó el horno de alta temperatura en el proceso?
Dinorah Schulte: Uno de los desafíos más grandes es que al ser un material protegido, esta arcilla no puede venir de otra región porque deja de ser Talavera y se convierte en cerámica. Además, no puede ser intervenido por nadie; sólo artesanos certificados pueden trabajar en él siguiendo las ordenanzas dictadas desde la llegada de este material a nuestro país (México). Por lo que no podría formar parte de ningún proceso de innovación, como imprimirlo directamente con el brazo robótico. Primero trabajamos con cerámica, imprimiendo una pieza. A partir de esa pieza creamos réplicas con cinco moldes, pudiendo producir 80 réplicas con la técnica de Talavera.
El horno de alta temperatura que utilizamos inicialmente nos permitió realizar una pieza "fósil". Con ello podríamos replicar numerosas piezas en la técnica artesanal de Talavera, originadas a partir de un proceso industrial como es la impresión 3D. Estas piezas presentan una geometría mucho más compleja que las modeladas a mano y aprovechan la precisión de la máquina.
El proyecto ilustra la interconexión del agua en la creación de la distintiva paleta de colores azul cobalto. Este tono icónico se origina a partir de una amalgama mineral de aluminatos y silicatos de cobalto, capturando la esencia misma de Talavera.
ET (AD): En el ámbito de la fabricación digital, frecuentemente nos encontramos con piezas con formas diversas, resultado de la interacción entre la forma y las capacidades técnicas de los materiales empleados en el proceso de fabricación. En este caso, ¿qué consideraciones impulsaron la selección de esta forma particular?
DS: La forma surge de una abstracción del dibujo original de una cruz barroca formada por 4 pétalos, que extrajimos del catálogo de azulejos del taller de Uriarte Talavera. Estos forman parte de una colección muy antigua compuesta por trazos barrocos y orgánicos, que pertenecen a la cultura arquitectónica de Puebla. Replicar cada pieza llevó alrededor de cuatro semanas dado que el proceso de modelado y secado se realizó íntegramente a mano, y sin el uso de electricidad. Para optimizar el tiempo decidimos fabricar una sola pieza, en lugar de varias diferentes, y poder llegar a tiempo a la entrega.
ET (AD): Al fusionar procesos de producción tradicionales y digitales, ¿hubo momentos en que las dimensiones o curvaturas de las piezas plantearon desafíos entre los artesanos y las partes?
DS: Sí, todo el tiempo hubo diferencias entre las piezas porque provienen de un proceso artesanal; cada una es diferente y tuvimos que tener eso en cuenta para generar mayores tolerancias con la estructura que la soportaba. Además, implementamos un mecanismo donde, al apilar cada pieza encima de otra, no afectaría significativamente la altura o estabilidad de las mismas. Las piezas se diferencian porque son moldeadas, lijadas, esmaltadas y pintadas completamente con procesos manuales por un grupo de más de 10 artesanos certificados que hicieron posible su fabricación.
ET (AD): Los desafíos como el costo, el tiempo de fabricación y la alta producción de residuos son típicos durante la fabricación de Talavera tradicional. ¿Se logró una reducción notable de desperdicios durante el proceso combinado (digital-tradicional) para la fabricación de Talavera?
DS: Es muy común ver cómo un proceso artesanal avanza hacia un proceso industrial, buscando la mayor optimización de desperdicios, tiempos y precisión, pero esta es la primera vez que probamos qué pasa si hacemos el proceso al revés y cuáles son los intercambios que se dan entre ambos procesos de fabricación. Ese fue uno de los grandes logros de nuestra colaboración, porque al ser una pieza tan exacta y precisa –resultado de la impresión 3D robótica y automatizada– los artesanos se destacaron.
Fue bastante fácil realizar los moldes para las réplicas de las piezas y no contenían ningún error dimensional. Lo único cierto es que, en el proceso tradicional de Talavera, se obtienen pequeños residuos debido al proceso manual. No podemos ser parte ni modificarlo, ya que es un proceso protegido y parte del patrimonio cultural.
Nuestro objetivo no es sustituir a nadie sino complementar los empleos existentes con la valiosa riqueza patrimonial que enriquece nuestra cultura, haciéndola más sólida y asegurando su permanencia en nuestra sociedad. Esto, a su vez, fortalece nuestra identidad y crea nuevas oportunidades laborales en nuestro contexto.
ET (AD): Dada la rica diversidad de procesos artesanales en América Latina, muchos arquitectos/as y diseñadores centran su atención en los elementos de identidad de su región. ¿Crees que, fruto de esta experiencia, los artesanos/as, que ya conocen elementos artesanales, podrían en el futuro integrar la tecnología a sus procesos?
DS: Por supuesto, ese es el mayor objetivo de este proceso: abrir las regulaciones de los procesos artesanales para que se pueda permitir la innovación, reduciendo costos, tiempos, precisión y, sobre todo, mayor calidad pero sin perder las tradiciones. Nos esforzamos por apoyar a las nuevas generaciones de artesanos locales que enfrentan el riesgo de extinción debido a diversos factores como la globalización de procesos y materiales, la producción industrial o masiva, el cambio climático, los exigentes procesos de aprendizaje, los secretos comerciales, la falta de apoyo económico y acceso a información, la subvaloración de las artesanías, la participación limitada de los artesanos, las oportunidades inadecuadas de capacitación y crecimiento, los desafíos de comercialización y, lo más importante, la falta de transferencia de innovación y conocimiento a los artesanos.
Necesitamos responder a nuestro contexto e intentar reconectarnos y generar nuevas oportunidades para nuestras futuras generaciones laborales a través de la tecnología y la innovación. La innovación sirve como una potente fuente de evolución, fomentando nuevas oportunidades en la preservación y fabricación consciente y sostenible de nuestro patrimonio.
Este proyecto refleja el resultado del mestizaje cultural al combinar la tradición cerámica local con la técnica del vidriado, perfeccionada por los alfareros españoles que la introdujeron en América. Más allá de ser un símbolo de esta fusión cultural, también sirve como recordatorio de que hoy podemos emplear diseño computacional, robótica y tecnología para respaldar aspectos ancestrales de las técnicas tradicionales. En conjunto estos esfuerzos buscan recuperar parte de la sustentabilidad circular inherente a estas prácticas, apuntando a reducir los costos ambientales, sociales y derivados de la hiperproducción y transporte masivo de materiales de construcción.