No es nada personal con el color amarillo, pero seamos sinceros: estábamos saturados de la monotonía.
Amamos el amarillo, pero no cuando es usado sin gusto y con corrupción. Nos gusta el amarillo tan natural en Lima como el de la imagen que encabeza este texto; ese de tono tierra, el de cada atardecer, el que brilla como el sol. Estos últimos años nuestra ciudad ha estado forzosamente invadida de este color: escaleras amarillas, puentes amarillos, muros amarillos, rejas amarillas… quizás demasiado. Y si ciertas obras no eran amarillas en sí, las intenciones detrás venían cargadas con un tufillo de esa tonalidad.
El patio de una escuela es identificado comúnmente como el lugar donde transcurre el recreo. Quién no se ha apresurado por salir al patio, bastaba estar ahí observando y siendo observado, teniendo el espacio suficiente para liberar el cuerpo a través de la interacción y el juego. Puede sonar evidente que un patio sea un lugar común, pero no siempre es así; muchas veces no tienen las condiciones adecuadas para que sean aprovechados por todos en su máximo esplendor. ¿Y si el patio es además el nexo entre la escuela y la comunidad?
Su existencia icónica era parte de nuestra memoria en la ciudad.
[Recuerdo que cuando iba en carro de pequeña, era una especie de vicio ver este edificio con el letrero de Coca Cola. Más Allá de disfrutar el vistoso letrero rojo circular, eran las proporciones y forma de este peculiar edificio que te recibía en diagonal como un abrazo en la esquina de esta parte de la ciudad. Sí, era acogedora su escala. Todo era más bajo en la otrora Lima, y éste era de los más altos. A lo lejos se le vislumbraba y para mí personalmente era la señal de que ya estaba de vuelta en casa; pues a pesar de estar ubicado en San Isidro, coronaba la esquina límite de Lince, mi hogar. Entonces este edificio siempre fue un umbral para mí. No tengo medida para definir el tamaño del vacío urbano emocional.]
Parecen peleados, la ciudad de Lima y el río Rímac, aunque éste la atraviesa (y nutre) de este a oeste. Por eso destacamos el uso del término “amistad” como valor agregado para abordar este tema. Una forma de entender esta relación como lo sólida e integral que debería ser. Así lo anuncia el proyecto que presentaremos aquí, el cual hemos desempolvado de nuestros archivos para sacarlo justamente a la luz. Empieza el verano y el fenómeno del niño se acerca; por ende, las crecidas del río Rímac también, y es inevitable recordar los desastres ocasionados por los huaycos hace un año. Poco o nada se ha hecho frente a esta no-relación con el río en la ciudad, por ello refresquémonos.
Hace un par de meses inició esta red de concursos que construirá 15 proyectos de Infraestructura Social para el Bicentenario del Perú. El Plan de Proyectos de Infraestructura Social Externos (PLAN PISE) es un emprendimiento social creado para asistir a comunidades en proceso de desarrollo, en la planificación y construcción de proyectos que permitan mejorar sus condiciones de habitabilidad. Acaban de salir los resultados y sigue el plan en marcha con el próximo concurso a finales de febrero. Poco a poco van sumándose esfuerzos para la transformación de la realidad social y educativa.
La importancia de un patio como espacio educativo dotado de las cualidades necesarias para estimular la convivencia y diversidad, es un tema en el cual esta edición del concurso nos hace detenernos a reflexionar y proponer soluciones colectivas en manos de estudiantes o recién egresados de la carrera de arquitectura, siendo una forma directa de tangibilizar sueños de carpeta. El lugar de intervención para los niños será el Colegio Villa de Jesús IE 7216, ubicado en Villa El Salvador, al sur de Lima.
Jean Pierre Crousse y Sandra Barclay acaban de ganar el Mies Crown Hall Americas Prize –el máximo galardón en arquitectura del continente americano– con el recientemente inaugurado Edificio E de la Universidad de Piura. A través de su obra, Barclay & Crousse ha enfrentado el territorio y los paisajes peruanos desde distintas miradas y a distintas escalas, acompañando esta aproximación con una reflexión y una labor docente en la Pontificia Universidad Católica del Perú, en la que explora la dimensión transdisciplinar y multiescalar de la arquitectura.
En esta entrevista queremos ahondar en su relación con la enseñanza, el territorio peruano y el rol que la arquitectura tiene hoy día en países como el Perú.
Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma. Si los ancianos no van a la municipalidad –por ahorrarse evidentes trajines de dichosos trámites–, la municipalidad va hacia ellos. En una ciudad no muy planificada como Lima, donde menos aún se ha pensado en diseños para el adulto mayor o las personas con discapacidad, resulta el doble de esfuerzo trasladarse o realizar ciertas actividades sociales. Entonces prefieren quedarse en casa sin complicaciones.
Es una buena idea a poner en práctica que la forma de lograr este acercamiento, más allá de la estática arquitectura, sea a través de la arquitectura móvil. Así la Municipalidad de Miraflores pondría a rodar en un bus diferentes funciones valiosas para un barrio, pero sobretodo muy valoradas por un público que necesita mayor movilidad. La arquitectura en acción es capaz de adaptar un bus "común" con este fin "múltiple". Nuevamente esta profesión demuestra su poder para conectar, contener, acercar…
Este concurso es importante entenderlo en contexto, pues está vinculado de diferentes maneras a una red de concursos que construirá 15 proyectos de Infraestructura Social para el Bicentenario estrechando lazos entre estudiantes o recién egresados y sus ideales. Sigue leyendo para conocer más detalles.
El espacio donde se creará esta nueva plaza es actualmente subutilizado como una zona de estacionamiento público, desaprovechando las favorables condiciones urbanas para los peatones de este punto rodeado de viviendas y comercio, ubicado estratégicamente en la intersección de la Calle 3 Sur y Av. Del Parque Sur. Así nace el Concurso Nacional de Ideas: Diseño de Plaza 3 - San Isidro, organizado por el Colegio de Arquitectos del Perú junto a la Municipalidad de San Isidro, con el objetivo de promover el desarrollo de un nuevo espacio público recuperado en beneficio de la comunidad del distrito, mediante la creación de un espacio de encuentro en un entorno acogedor para las personas. A su vez, se espera que la propuesta de diseño urbano constituya un referente para futuros concursos relacionados.
En Lima hay una fuerte tradición de las casas-patio, por ello siempre nos vamos a sentir familiarizados y sobrecogidos por esta tipología. A estos patios los identificamos como bien contenidos y distanciados unos de otros, donde cada uno tiene su momento-espacio en la vivienda.
Mientras más oculto y más lejos, más magia; mientras más se vislumbra tierra, cielo y agua, más misterio. Conocer sus pueblos es entrar al Perú profundo, que posee costa, sierra y selva. Además del inmenso mar está el desierto costero, las elevadas montañas definidas por la Cordillera de los Andes que lo atraviesa de norte a sur, y la vasta selva que guarda el origen del río Amazonas. Y sobre este paisaje se asientan construcciones y poblaciones de culturas milenarias. Entonces, imaginen cuántas atmósferas quedan aún por descubrir en los encuentros más recónditos de esta biodiversidad. La variedad de climas es proporcional a los diferentes tipos de pueblos: pueblos de brujos, fantasmas, perdidos, flotantes, de lenguas antiguas u olvidadas, de músicos, de piedra, de barro, de colores…
Hablemos una y otra vez del tema hasta que lo oigamos realmente: la ciudad de Lima le da la espalda al río Rímac, y este nos habló caudalosamente el reciente año pasado con sus desbordes y desastres tras el fenómeno del niño. Entre tanto, surgieron ecos para mejorar la realidad en torno a este importante río y ser parte de la reconstrucción nacional. Así, el necesario concurso de ideas ‘Parque Fluvial Rímac’, organizado por la incubadora de soluciones urbanas Lima Design Network, promovió diversas formas para salvaguardar los límites entre naturaleza y apropiación; la urgencia de espacio público es inminente. No se construirá –no por ahora–, pero a través de estas difusiones proponemos agitar nuevamente las aguas y con-mover con este tipo de proyectos sensibles e ideales para la ciudad.
Uno se queda mirando estos dibujos deseando que fueran apuntes reales de nuestra ciudad. Parece como si hubieran sido dibujados después y no antes de ser siquiera concebidos. Han entendido tanto las líneas y proporciones de estas calles y costumbres. Nadie creería, a primera vista, que este proyecto le pertenece a arquitectos extranjeros, pues se percibe como local. Hay una clara sensibilidad y sencillez en el pulso y trazo detrás de toda esta escenografía de lo que sería la nueva ciudad visible. Estamos hablando del proyecto ACHKUR, “recoger con las dos manos”, algo que hacen bien al aprovechar los recursos que se encuentran al alcance para ser transformados. Esto nos recuerda al acto natural de recibir lo que la tierra da y las tradiciones atesoran.
Lima tiene sus áreas verdes contadas, los espacios públicos infravalorados y la vivienda social es escasa (y urgente). Si un proyecto logra integrar estas necesidades básicas y ciudadanas con una dosis de “encanto” retorna a una merecida forma de vivir en “tregua, descanso, refugio”. Eso es lo que este proyecto creará en la Comunidad 3 de diciembre, del distrito de Lurín, en Lima: un oasis en medio del caos, ahondando en la aridez de la ciudad para proveerla de vida y crecimiento. Y así reivindicar la vivienda social; la que por lo general es parte desértica-olvidada, ahora florecería.
Delante del departamento y del auditorio de Humanidades está el jardín de la cafetería de letras, siempre lleno de alumnos compartiendo: es un clásico lugar de la PUCP. De pronto, el pasado mes de Marzo, se realizó una invitación privada a los docentes de la facultad de Arquitectura para el Concurso Diseño de Anteproyecto Arquitectónico para el Nuevo Edificio de la Facultad de Humanidades, el cual para abastecer más servicios universitarios, entre otras cosas, reemplazaría el café en mención. Visibilizar esta facultad sin invisibilizar la naturaleza del lugar. Es un detalle importante que la propuesta elegida tome en cuenta la memoria del paisaje desde su emplazamiento dando continuidad a este escenario humano y usual, integrando así la nueva construcción a todas las capas preexistentes.
La próxima inauguración de la 16 Exhibición Internacional de Arquitectura de La Bienal de Venecia –que se llevará a cabo desde el 26 de Mayo– es motivo suficiente para ir develando capas de lo que será la muestra del pabellón peruano a cargo de los curadores Marianela Castro, Janeth Boza y Javier Lizarzaburu, quienes en esta publicación nos revelan nuevas imágenes para acercarnos a sus visiones. Por su parte, el comisario José Orrego, encargado de la participación peruana desde el 2012, resalta el gran entusiasmo que ha despertado la originalidad de la propuesta ganadora del concurso nacional, al que se presentaron 40 propuestas.
El enfoque de esta exhibición internacional permite visibilizar los temas que forman parte de la problemática arquitectónica local, pues abre las puertas para que estas reflexiones se conviertan en propuestas que enriquezcan la comprensión de nuestras ciudades. Bajo la dirección curatorial de Yvonne Farrell y Shelley McNamara, el tema principal de la bienal de arquitectura de Venecia es “Freespace” definido como “la capacidad de la arquitectura para encontrar generosidad adicional e inesperada en cada proyecto”. Descubramos en esta recopilación de imágenes e ideas qué es lo que el equipo curatorial nos revela al respecto.