Este artículo fue originalmente publicado en Common Edge.
Ciudad de Nueva York: cerrada, vacía. Era desgarrador, por supuesto, pero también era hermoso. Para el artista Edgar Jerins, esa revelación fue una sorpresa. ¿Quién diría que esta ciudad bulliciosa, caótica, sucia, vibrante, profana e increíble podría verse tan... hermosa cuando se la despoja de personas y las actividades? Durante años, Jerins viajó en metro hasta su estudio cerca de Times Square. Cuando las noticias de la pandemia se extendieron por primera vez –más como una amenaza vaga e indefinida–, inicialmente huyó por miedo al autobús y luego, después de que la gravedad del evento se hiciera evidente y comenzó el cierre, tomó prestada la bicicleta de su hija.