Las técnicas vernáculas y los materiales locales han ganado protagonismo en el debate sobre la arquitectura, pero ¿es posible llevar estos conceptos a los grandes centros urbanos?
El arquitecto amazónico Severiano Porto ya señaló en 1984 la necesidad de pensar en una arquitectura más conectada con su contexto. La lógica del uso de materiales y técnicas locales es cada vez más necesaria cuando pensamos en el impacto que tiene la cadena productiva de la construcción civil en el planeta. No es de extrañar que cada día es más común la cantidad de proyectos basados en el principio de las técnicas vernáculas y el uso de materiales locales, tal como ya lo anunciaba la producción de Severiano desde los años ochenta.
Pocos materiales son tan atemporales, duraderos y hermosos como la terracota. Con una variedad de propiedades inherentes, la terracota se especifica para redefinir las envolventes de los edificios. Utilizada por sus muchos colores y texturas, así como por su flexibilidad, esta cerámica se puede construir como revestimiento, pantallas de lluvia y una variedad de componentes. La terracota, que se remonta a los babilonios, se ha utilizado a lo largo de la historia y sigue siendo un material aplicado en diversos tipos de edificios en todo el mundo.
La arquitectura como objeto, al ser una creación del hombre, presenta el desafío de su implantación. Cuando se decide que el diseño se enfocará en soterrar el proyecto, puede trae consigo varios beneficios proyectuales como la mimetización con el contexto, o beneficios técnicos como una mayor eficiencia termodinámica.
Hay obras que emplazan los grandes egos de quienes practican esta profesión, y hay arquitecturas que proponen lo contrario. Prácticas cuyas obras armonizan -de manera casi poética- los elementos arquitectónicos construidos con respecto al entorno natural donde se construyen. También están las obras que se acoplan al orden morfológico de la naturaleza, resultando en un lenguaje orgánico y generando así espacialidades interiores sumamente peculiares y únicas.
Cuando pensamos en el concreto, generalmente se nos viene a la cabeza el color gris. La mezcla tradicional del hormigón, compuesta por cemento, grava, arena y agua, puede presentar variaciones en sus elementos compositivos, pero siempre varía entre el gris claro y el oscuro. Sin embargo, un recurso cada vez más utilizado es el de agregar pigmentos a la mezcla para alcanzar colores variados en la apariencia final de la obra. Los colores amarillo, rojo y sus derivaciones (marrones) se obtienen con la adición del óxido de hierro, mientras que el óxido de cromo y de cobalto crean el efecto de color verde y azul, respectivamente. Para el concreto negro, generalmente se incluyen óxido de hierro negro y óxido de carbono, combinados con cemento puzolánico.
La escalera es un elemento fundamental para la comunicación de los espacios en la arquitectura. Más allá de su funcionalidad, en algunos proyectos las escaleras se han convertido en un objeto escultórico, representando una oportunidad para los arquitectos de realizar creativas formas espaciales que animen y activen en el espacio construido. A continuación, presentamos las 15 increíbles escaleras registradas por fotógrafos como Patricia Parinejad, José Campos y Brigida González.
Durante los próximos dos meses los miembros del Jurado visitarán cada uno de los proyectos finalistas para evaluarlos en persona y también recopilar información de la gente que los utiliza a diario. El 7 de mayo los arquitectos defenderán sus proyectos ante el Jurado y el ganador será anunciado el día siguiente en una ceremonia en el Pabellón alemán de Mies van der Rohe en Barcelona.