El legado arquitectónico de Oporto ha estado moldeado durante mucho tiempo por el peso de la historia y la claridad de la forma. Desde la obra de Álvaro Siza hasta la densa red de estudios que emergen de las escuelas de la ciudad, Oporto ofrece una mezcla única de continuidad y reinvención. Aquí, la arquitectura no es solo una cuestión de diseño, sino a menudo de resistencia — de trabajar dentro de las limitaciones, de dibujar con precisión y de navegar en un entorno construido marcado por la permanencia y la resistencia al espectáculo.
Sin embargo, dentro de este contexto persistente, una nueva generación de arquitectos/as ha estado remodelando el campo con una determinación silenciosa. A menudo formadas en espacios compartidos, estas prácticas equilibran la autonomía con la colaboración y el detallado meticuloso con preocupaciones urbanas más amplias. Sus estudios tienden a reflejar esta ética: modestos en escala, definidos por reutilización adaptativa, y arraigados en la realidad material de la ciudad. En estos espacios de trabajo, la arquitectura se despliega como un proceso — a veces especulativo, a veces fundamentado — pero siempre reflexiva de una práctica que es profundamente local y cada vez más global.
"Divers" por David Martin en el complejo de cascadas de Ereván. Imagen de Besides the Obvious via Shutterstock.
Escondida entre las majestuosas cumbres del Cáucaso y los encantadores paisajes de Oriente Próximo, Armenia es una nación pequeña pero profundamente orgullosa, moldeada por escarpadas montañas y antiguos volcanes. Siendo uno de los países más antiguos del mundo, sus raíces se remontan al siglo VI a. C., en la encrucijada de imperios: el persa, el romano, el bizantino y el otomano. Sin embargo, a lo largo de siglos de agitación, Armenia ha conservado su identidad distintiva, grabada en su lengua, arquitectura y ricas tradiciones culturales, lo que le ha valido el evocador título de «la tierra de las piedras».