Pocos lugares en el mundo tienen una superposición de complejidades tan intensas como Brasilia. Aun así, su arquitectura simboliza la República y la democracia de Brasil y cualquier acto de ataque a estos símbolos conlleva significados y consecuencias para la memoria y el patrimonio cultural del país. Los atentados de enero de 2023 destruyeron parte del patrimonio pero también plantearon interrogantes que van más allá de los objetos y la arquitectura, tocando la educación, la cultura y el capital político nacional.
Concebida desde mediados de la década de 1890 con la primera constitución republicana, Brasilia es una ciudad capital diseñada y construida a partir de 1956 bajo el gobierno de Juscelino Kubitschek, conocido popularmente como JK, e inaugurada en 1960 como parte de su plan de progreso político. Diseñado por grandes nombres de la arquitectura brasileña, tiene su proyecto urbano diseñado por Lucio Costa y los edificios firmados por Oscar Niemeyer, convirtiéndose en uno de los grandes hitos del modernismo en el mundo.
Desde que era un proyecto, Brasilia ha vivido contradicciones. Como espacio y objeto, es un hito del modernismo y de la arquitectura brasileña, construido sin embargo a partir de la explotación de una mano de obra migrante, pobre y racializada. Políticamente, es una ciudad que se construyó desde el discurso de la democracia y la transparencia, al mismo tiempo que se ubicaba estratégicamente lejos y casi aislada de los centros urbanos más grandes del país en ese momento. Aun así, Brasilia es hoy el símbolo de la república brasileña y su arquitectura es el lugar donde actúan los tres poderes que garantizan el estado democrático de derecho.
El esquema de Brasilia tiene al final de su eje principal los edificios de los tres poderes colocados alrededor de una gran plaza. En este lugar, los edificios del poder ejecutivo, que funciona en el Palacio del Planalto, el judicial, activo en el Palacio de Justicia, y el legislativo, que funciona en el Congreso Nacional, se miran de un lado a otro de la monumental Praça dos Três Poderes. En cada edificio, la transparencia del vidrio es solo uno de los símbolos utilizados por Niemeyer para representar la fuerza y la presencia de estos poderes. Entre sus muchas contradicciones, Brasilia cuenta con grandes espacios cívicos de fácil acceso pero difíciles de ocupar por su tamaño.
Ese fue el escenario elegido para el atentado de enero de 2023 de grupos organizados que se rebelaron contra los resultados de las elecciones presidenciales brasileñas de 2022. Uno de los principales puntos de revuelta fue la ocupación de este espacio y la depredación de este bien público, incluyendo tanto la arquitectura moderna de Niemeyer, considerada Patrimonio de la Humanidad, como objetos y obras de arte que forman parte de la historia brasileña y su historia cultural. Si, por un lado, las manifestaciones, actos y marchas son parte de este juego democrático, y actos aún más intensos como la depredación de objetos y lugares, también pueden ser vistos como instrumentos de protesta y revolución, actuar contra la propiedad pública es siempre simbólico y lleva consigo consecuencias.
En Brasil, más recientemente, hemos visto actos populares contra los símbolos brasileños, como la Estatua de Borba Gato incendiada en São Paulo por representar la estructura esclavista y genocida. Estos casos tienen en común la lucha popular por los derechos, la libertad y la reparación histórica. En el caso de Brasilia, se utilizaron estas mismas herramientas para provocar la destrucción del patrimonio, sin embargo, sin lucha popular, con una propuesta política dispersa, motivada por discursos de odio y desinformación.
Comprender las consecuencias de estos actos llevará algún tiempo, pero existe una necesidad urgente de reconstrucción física y simbólica de la arquitectura y las obras de arte dañadas. Más profundamente, lo que estos actos revelan es una necesidad fundamental de reconstruir una educación básica que garantice el acceso de todas las personas al conocimiento y la información, y el acceso a la cultura nacional de manera diversa, amplia y democrática, a partir de políticas públicas dirigidas a la población.
