La construcción de edificios altos ha sido posible gracias a numerosos inventos y avances tecnológicos. Primero, con respecto al desarrollo de estructuras delgadas y robustas – resistentes a las fuerzas del viento – y la construcción de fundaciones profundas. Un invento que marcó un punto de inflexión en la popularización de los rascacielos fue el de los ascensores, que permitía por primera vez un desplazamiento vertical veloz a grandes distancias. Históricamente, casi todos los edificios altos se basan en estructuras de hormigón armado o de acero. Pero con la aparición de nuevas tecnologías, materiales más sostenibles y, sobre todo, mayor conciencia sobre la crisis climática, hoy existe la posibilidad de construir en altura con un menor impacto ambiental. Este es el caso de los edificios de madera que comienzan a imponerse en el paisaje urbano; edificios que combinan tecnología, eficiencia y sostenibilidad, pero que aún enfrentan serios desafíos en su construcción.
Actualmente, el 54% de la población mundial vive en zonas urbanas y se calcula que en 2050 esta cifra debería alcanzar el 68%. Proporcionar una vivienda digna a esta población estimada es un gran desafío, especialmente porque el mundo ya enfrenta una grave crisis de vivienda. Por lo tanto, la densificación se convierte en la salida más lógica, ya que en las ciudades compactas se hace un uso más eficiente de las infraestructuras e instalaciones energéticas, de saneamiento y de transporte. Cuando hablamos de edificios altos, pensamos automáticamente en enormes estructuras de concreto y acero, las que suponen un gran consumo de energía y contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero. La madera, en cambio, es un material que captura el carbono durante su crecimiento y permite construir edificios de gran altura que unen confort, responsabilidad medioambiental y belleza estética. No obstante, su uso masivo en los rascacielos se ha visto frenado, en muchas ocasiones, por simples malentendidos.
En primer lugar, es importante señalar que los costes de construcción siguen siendo más elevados que los de las "estructuras tradicionales". Sin embargo, pueden reducirse con la masificación de estos sistemas, como, por ejemplo, con más plantas de madera de ingeniería: LSL (Laminated Strand Lumber), LVL (Laminated Veneer Lumber) y paneles de tipo CLT (Cross Laminated Timber). Además, si consideramos los costos para el medio ambiente, la ecuación cambia.
Otra preocupación común relacionada a la madera es la devastación de árboles y bosques. El material, por lo general, proviene de bosques con especies de reforestación; se conservan los bosques nativos, cada uno con su respectivo ecosistema – como debería ser. Es decir, la producción de madera puede realizarse de manera sostenible a través del cultivo de bosques de rápido crecimiento y un manejo adecuado. Además, al cortar un árbol se puede plantar otro en su lugar, lo que pesa positivamente en este material.
También se plantea con frecuencia la preocupación por las estructuras de madera en caso de incendio. Aunque el material es combustible, diversos estudios demuestran que, cuando hay fuego, los edificios de madera conservan su integridad estructural durante más tiempo que otros de materiales comunes, permitiendo que se mantenga de pie y que la gente evacúe. Esto debido a que la madera carboniza desde afuera hacia adentro a un ritmo lento.
En zonas susceptibles de sufrir terremotos, el uso de la madera en edificios en altura puede causar dudas. Pero al ser estructuras más ligeras que la mampostería, el acero o el hormigón, hay menos masa que mover horizontalmente durante un sismo, lo que puede reducir riesgos. Y gracias a las conexiones a través de clavos y tornillos, estos edificios disipan adecuadamente la energía de un terremoto, siendo más flexibles y menos susceptibles al colapso si falla alguna parte de la estructura.
Otro obstáculo son los códigos de construcción locales, que a menudo prohíben la construcción de estructuras de más de cuatro pisos. Poco a poco, la legislación ha permitido cada vez más las construcciones de madera en altura. Cabe mencionar, por ejemplo, que ocurrió un hito cuando el International Code Council (ICC) aprobó 17 cambios en 2021 ediciones del International Building Code (IBC) y el Código de Incendios Internacionales, permitiendo edificios de madera en masa de hasta 18 pisos. Aquel acontecimiento marcó la historia, ya que fue la primera vez que se añadieron, de manera significativa, nuevos tipos de construcción al código de edificación moderno.
Todo esto demuestra el potencial de los rascacielos de madera, que además de actuar como depósitos de dióxido de carbono, pueden crear espacios agradables para nuestras ciudades en crecimiento. Mirando hacia el futuro, es esencial continuar desarrollando tecnologías, mejorar procesos de producción y difundir la información correcta para que podamos ver más de estos edificios en los horizontes urbanos
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