La Comisión Nemesio Antúnez en conjunto con la Dirección de Arquitectura y la Dirección General de Concesiones del Ministerio de Obras Públicas (MOP), realizaron dos convocatorias a artistas y arquitectos nacionales para realizar obras de arte público que se instalarán en el "Boulevard Poniente" y "Boulevard Oriente" del Nuevo Aeropuerto Arturo Merino Benítez de Santiago de Chile.
Pilar Mackenna, Domingo Arancibia y Gonzalo Peña han resultado los ganadores para el sector oriente con su obra “Sonitus”, un volumen de acero que buscará convertirse en un templo de sonido. Conoce el proyecto en detalle, a continuación.
Memoria del proyecto Sonitus. Entre la observación y escucha atenta del aeropuerto, surge la inquietud de crear una obra que maximice los recursos provistos por el mismo. Rescatando el fenómeno acústico aquí percibido. Se decide por el sonido como una manifestación intangible y aural siempre presente.
La investigación sigue un rumbo exploratorio, donde se enfoca la mirada en la propagación de estas ondas elásticas invisibles, que van deformándose e interactuando con todos los materiales que se cruzan en su paso, a la vez que interactúan permanentemente con la percepción sensorial humana.
Entre el sonido y un ruido no existe diferencia física, pero su distinción radica en que el ruido es inarticulado, carece de patrones y es confuso, mientras que el sonido obedece a un patrón distinguible. Desde estas observaciones surgen inquietudes: ¿Cómo es posible manejar un ruido para convertirlo en un sonido? ¿Cómo crear un espacio que realce la percepción corpórea producida por el evento sonoro, si es que escuchamos con todo el cuerpo?
Sonitus responde a la experimentación entre un volumen que relacione a su contexto físico con estas ondas sonoras producidas por los aviones, generando una pausa entre el tránsito rápido de un aeropuerto y la alteración de la percepción de los sentidos a través de un fenómeno acústico. He aquí cómo comienza la exploración, en base al estudio de las reflexiones de una onda de sonido y la elección y disposición de un material, en este caso buscando la mayor reflexión. El volumen comprende una estructura de acero de dos partes, que conforman un huevo acústico en base a dos toroides, ensamblados bajo la técnica de “slice forms” y que siguen la lógica de los círculos de Villarceau. Incontables pétalos ensamblados unos a otros de forma circular, que te envuelven en un juego de luz y sonido, capturando y dirigiendo ondas sonoras que provienen de todas direcciones en 360 grados y que en un instante atraviesan tu cuerpo al unísono.
Esta estructura acústica controla las dimensiones de la onda sonora en un ingreso y dirige de manera puntual la onda captada hacia el centro de la obra, vinculando el exterior y el interior, lo aural y lo visual. Este centro se proyectará como un espacio-templo, donde se formará un campo reverberante envidiable de percibir cuando sobrevuele un avión. Es aquí donde el espectador podrá acceder y experimentar de manera activa, la interacción entre las vibraciones del sonido, la observación de lo invisible y el despertar de los sentidos.