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Arquitectos: HW Studio
- Área: 250 m²
- Año: 2021
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Fotografías:César Béjar Studio, Juan Pablo Guerra, Dane Alonso
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Proveedores: Legrand / Bticino, Cemex, Megamex, Tabula, URREA
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La idea que originó este proyecto surgió de los sutiles murmullos que un entorno como éste susurraba y sugería, así como de la búsqueda de protección y refugio del cliente. ¿Cómo poder sentirse protegido?, y en todo caso, ¿qué es lo primero que se hace ante la vulnerabilidad? Esta pregunta vino acompañada de una imagen o quizá de un recuerdo: la de un niño asustado cubriéndose con una ligera sábana mientras asoma la mirada para asegurarse de ver lo que ocurre a su alrededor. El jalar una sábana para cubrirse es un acto muy elemental que alude a lo más básico del ser; la sábana arropa, protege, envuelve, y debajo ocurre un espacio tan seguro e íntimo que es capaz de alejar cualquier espíritu, fantasma, o demonio que pueda estar rodeando la habitación. Al mismo tiempo, genera una continuidad en la bella superficie viva que rodea el terreno, formando una nueva colina en un lugar rodeado de ellas.
La arquitectura debía ser en este caso el acento en las palabras del poema, la coma, o en todo caso algún signo de interrogación, pero jamás debía ser el poema en sí. El poema ya estaba dado por los pinos, encinos, huizaches, las luciérnagas, el camino, la cerca, la pileta de agua del vecino, la tierra, la huerta y el ruiseñor. Los acentos en el poema fueron cuatro muros de concreto que emergían sorpresivamente del paisaje; dos de ellos contienen la tierra de esta nueva colina que se generó al levantar la sábana y otros dos que enmarcan el acceso y escoltan al huésped durante su camino hacia el interior de la casa. Este camino es lo suficientemente amplio para andarlo solo cómodamente, pero lo suficientemente estrecho para no poder hacerlo acompañado. Apremia a un peregrinaje en soledad que lleva al encuentro con un añejo árbol cuya presencia es tan significativa que fue necesario distorsionar la linealidad de uno de los muros con una suave curva y así poder pasar junto a él; se encuentra tan cerca que incluso es posible llegar a rozarlo. Después de atravesar el umbral del árbol, bajar algunos aperaltados escalones de piedra sólida, y abrir una pesada puerta de acero, se descubre una bóveda de concreto que soporta las cargas de la sábana verde que posa sobre ella; da la sensación de estar dentro de una fría, obscura, pero extrañamente acogedora cueva.
Se eligió el concreto como material principal por aquel sueño de esta nueva roca fundiéndose mientras interactuaba inevitablemente con el bosque, cambiando de colores gises que pasaban a verdes, negros y amarillos, e incorporándose poco a poco al entorno. El piso enfatizaría el aroma a madera que se percibe al estar rodeado de pinos, da balance a la temperatura fría del concreto, y finalmente el acero porque con el tiempo y las lluvias adquiere una apariencia parecida a la corteza de un árbol. En cuanto a la organización espacial, de lado izquierdo de la casa se encuentran las áreas públicas completamente expuestas hacia la boscosa cañada y de lado derecho las áreas privadas que se abren más tímidamente hacia un patio, el cual permite ver el cielo y la copa de algunos árboles pero que se cierra un poco hacia el exterior. Era preciso tener muy pocas referencias de elementos que recordaran algún momento específico del tiempo, por eso se escondió el refrigerador y los electrodomésticos, las luminarias se dispusieron de forma muy discreta, y sólo se incluyeron cuatro materiales principales: piedra, madera, concreto, y acero. Era muy importante para el cliente conservar la atmósfera ruda y primitiva de estar en la montaña.