El tema de este mes en ArchDaily, cómo viviremos juntos, invita a recuestionarnos la manera en que habitamos los espacios con los demás. Este artículo enfocará dicha cuestión basándose en dos conceptos que al coexistir en armonía, pueden resultar en un futuro viable para el desarrollo: vivir y trabajar.
Dicha profundización parte del replantear el distanciamiento social. ¿De verdad debemos distanciarnos de socializar para mitigar la propagación del COVID-19?. La pandemia nos ha desestabilizado a todos y quizás si las palabras escogidas para el mensaje emergente de esta coyuntura fueran re seleccionadas para un efecto más optimista, podría resultar así: empatía a 2m de distancia. Cumpliendo así con el mismo efecto para el distanciamiento como medida cautelar, con la diferencia de pensar en el ente colectivo, construyendo así el tejido social que aflora en los espacios en que trabajamos y vivimos.
En los últimos años la tendencia de reestructurar los espacios de trabajo ha generado un boom de creatividad para diseñar la manera en que se distribuyen los proyectos de uso laboral, resultando en los coworking, pero el COVID-19 ha dado mucho para reflexionar sobre la productividad y donde se lleva a cabo.
Replanteando la productividad
Para encontrar la solución al replanteamiento que esta iniciativa pretende sembrar, hay que profundizar en la raíz problemática. La base del enfoque por solucionar los espacios laborales parte de la productividad, mejor dicho, la adicción que direcciona la sociedad hoy en día para ser cada vez más productivos, afectando la calidad de vida de los ciudadanos en todo el mundo.
Con la pandemia la productividad ha tenido que adaptarse, y en muchos casos ha empeorado, como nos comentó Giancarlo Mazzanti en entrevista con ArchDaily, aclarando que trabaja más ahora que en tiempos donde pre-COVID. Y el caso del arquitecto colombiano no excluye otras profesiones. El sector académico es de los más afectados. Los colegios han tenido que tomar medidas recursivas, sobre todo en las poblaciones donde hay poco acceso a dispositivos o conexión a internet. Y los gobiernos han tenido que tomar medidas, como impedir que pierdan año los estudiantes, o inclusive eliminar todo el progreso académico que se ha llevado durante el 2020, como es el caso de Kenia.
Según el Banco Mundial Las repercusiones de la pandemia han afectado al 85% de niñas y niños a nivel mundial, conduciendo al aumento en la deserción y la desigualdad. Estas consecuencias, junto con la posible recesión, van a afectar directamente la productividad. Pero más importante aun son los efectos emocionales y psicológicos en los estudiantes más jóvenes. Una de las recomendaciones que Unicef publicó recientemente en su artículo guiando para el momento en que se pueda retomar las clases, es que los padres sean empáticos y muestren respaldo ante las frustraciones o inquietudes que sus hijos están presentando. ¿Queremos una sociedad productiva pero herida emocional y psicologicamente?
Principio cohesionador: empatía
La empatía es el norte moral para responder a la pregunta de cómo viviremos juntos, bien sea para trabajar o para vivir. Chiara Gambarana recalcaba en entrevista con ArchDaily que "tenemos una gran oportunidad de reunirnos, compartir necesidades y colaborar para darles soluciones colectivas, entonces, ¿por qué no comenzar desde el lugar donde se vive? ¿Por qué no organizar una cena social con tus vecinos en el patio?".
En esta coyuntura, los espacios de vivienda han tenido que servir como espacios laborales convirtiéndose en Home Offices, y aunque algunas viviendas si están pensadas para tener espacios dedicados para el trabajo, la mayoría de hogares accesibles son cada vez más pequeños en todo el mundo. Aumenta el precio del m2, la densidad pero no necesariamente la calidad de vida.
¿Cuál es el precio entonces de la calidad de vida digna para vivir y trabajar juntos? La respuesta no recae exclusivamente en los espacios interiores, pues ya hemos visto que no es posible ni sano estar confinados. Con los precios aumentando, ha crecido la tendencia de vivir en comunidad, y los proyecto de coliving se adaptan para suplir las necesidades de sus habitantes de manera colaborativa, y tomando decisiones al proyectar basándose en el diseño participativo, generando así espacios pensados para el ente colectivo.
Para quienes aun les es necesario trasladarse hacia sus puestos de trabajo, el uso del espacio público empieza a ser un factor protagónico para su calidad de vida, y esto no es equitativo. ¿No sería ideal que todos los ciudadanos se sientan a salvo al caminar por su barrio sin importar su genero, raza u orientación sexual, o mejor aun, con plenitud?
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Es entendible que los habitantes de ciudades busquen salir a donde haya espacios en los cuales puedan sentirse seguros o con mas espacios verdes, sin embargo puede ser una tendencia de corto plazo, y las ciudades se adaptarán a convivir con las pandemias. Quizás sea oportuno esperar y darle un chance a las políticas públicas para que mejoren el espacio urbano. Esto presenta una gran oportunidad para la arquitectura. A medida que aumenta la densidad en las ciudades y la demanda por una mejor calidad de vida, la privacidad y el aire libre también serán activos en las demandas de los usuarios.
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Tanto las normativas como las tendencias de desarrollo se adaptarán a las nuevas realidades, y el uso mixto en la arquitectura presenta la clave para vivir y trabajar juntos, permitiendo disfrutar del espacio publico, no por necesidad, sino por el mero regocijo del bienestar colectivo del tejido social.
Este artículo es parte del Tema del mes en ArcDaily: Cómo viviremos juntos. Cada mes exploramos un tema en profundidad a través de artículos, entrevistas, noticias y obras. Conoce más sobre nuestros temas aquí. Y como siempre, en ArchDaily valoramos las contribuciones de nuestros lectores. Si quieres postular un artículo o una obra, contáctanos.