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Arquitectos: José Muñoz Villers
- Área: 1994 m²
- Año: 2020
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Fotografías:Oscar Hernández
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Proveedores: Helvex, Adobe Systems Incorporated, Aluvri, Apasco, AutoDesk, Cimbramex, Hebel, Lit House, PM Steel, Robert McNeel & Associates, dormakaba
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El nuevo edificio de aulas teóricas para la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad La Salle Campus Central, en la Ciudad de México, pertenece a la estrategia de crecimiento de la institución señalado en el Plan Maestro de Infraestructura Física al 2030; la propuesta complementa exitosamente las instalaciones existentes mientras establece su propia identidad arquitectónica.
El sitio - localizado en un predio independiente del campus principal universitario -, su potencial de uso de suelo distintivo, el contexto urbano particular, los coeficientes sísmicos aplicables, el programa y la visión arquitectónica propuesta, actuaron como fuerzas tangibles e intangibles cuya traducción se consolida en una masa esbelta y elongada que intenta revelar su proceso constructivo a través de sus componentes estructurales y las capas de las pieles envolventes; dicha masa, se posiciona estratégicamente para distanciarse de las arquitecturas vecinas y así lograr su mejor desempeño.
El proyecto cuenta con cerca de 2000m2 construidos, desarrollados en 6 niveles; a nivel programático, se integran quince aulas con una capacidad de entre 30 a 40 estudiantes que acomodan un total de 480 alumnos; espacios para administrativos y docentes, además de áreas flexibles para actividades académicas, recreativas y culturales.
El edificio se conecta con la horizontal a través de un vestíbulo urbano que actúa tanto como extensión del espacio público hacia el interior, como área para poder llevar a cabo pequeñas conferencias o exhibiciones académicas; como remate, una escalera definida por la generosidad de sus proporciones, liga naturalmente la planta baja con el primer nivel, enfocado al área administrativa. A partir de este punto, se descubren una serie de escaleras metálicas que conectan, de norte a sur, todos los niveles de aulas hasta la cubierta. Dicho espacio de circulación logra que el usuario experimente el peso del vacío en el cual se encuentra suspendido, también, recorrer la arquitectura desde el borde, mientras se confronta el paisaje urbano y natural que lo envuelve. Como remate, la cubierta, que actúa como un espejo del vestíbulo urbano tanto en sus geometrías, como en su operatividad.
Es a través de una materialidad ligera y translúcida, así como también, por la multiplicidad de sus pieles, que el edificio diluye los límites entre el interior y exterior, generando así, un diálogo activo entre la arquitectura consigo misma, su contexto y el usuario. “El muro exterior ya no opera como la primera impresión que tenemos del edificio. Es su interior, el espacio profundo y el marco estructural el cual los delinea, es aquello que comienza a hacerse notar a través del muro de vidrio. El vidrio es perceptible pero no del todo visible. Ésta es la gran membrana, llena de un resistente, pero delicado misterio”1.
250 toneladas de acero estructural con columnas y contraventeos aparentes; doble piel compuesta de una cara interior a base de block celular autoclaveado y una cara exterior a base de paneles sándwich metálicos; sistema de doble acristalamiento en fachada principal; paneles metálicos troquelados y multiperforados; y muros aparentes de concreto armado, constituyen la tectónica del edificio que intenta comunicar una claridad y simplicidad arquitectónica, estructural, espacial y programática.
1 Beatriz Colomina´s X-Ray Architecture (Zurich: Lars Müller Publishers, 2019, página 136) citando a Arthur Korn, Glass in Modern Architecture (London: Barrie & Rockliff, 1967), página 6.