La cantidad total de agua en nuestro planeta es, teóricamente, la misma desde su formación. Es posible que el vaso de agua que tomaste hace unas horas contenga partículas que han circulado por el río Ganges, algunas que han pasado por el sistema digestivo de un dinosaurio y otras que han enfriado un reactor nuclear. Por supuesto, antes de calmar su sed, se evaporó y cayó como lluvia millones de veces. El agua puede ser contaminada, desperdiciada, mal utilizada, pero nunca creada o destruida. Según un estudio de la UNESCO, se estima que la Tierra contiene aproximadamente 1386 millones de kilómetros cúbicos de agua. Sin embargo, el 97.5% de esta cantidad es agua salina y solo el 2.5% es agua dulce. De esto, la mayor parte (68.7%) se encuentra en forma de hielo y nieve permanente en la Antártida, el Ártico y en las regiones montañosas. Luego, el 29.9% existe como agua subterránea. Solo el 0.26% de la cantidad total de agua dulce en la Tierra está disponible en lagos, embalses y cuencas, fácilmente accesibles para las necesidades económicas y vitales del mundo. Con el aumento de la población, especialmente en las zonas urbanas, varios países ya tienen graves problemas para ofrecer la cantidad de agua potable a sus poblaciones.
Del mismo modo, una cantidad considerable de agua potable se pierde por fugas, desperdicios y mal uso. En los hogares, estudios muestran que entre un 40% y 50% del consumo de agua no necesitaría realizarse con agua potable, es decir, con agua apta para el consumo humano. Esto incluye el agua utilizada en el riego, la limpieza, el lavado de la ropa, o en sanitarios – alrededor del 40%. Por supuesto, esto no significa que sea agua sucia o contaminada. El agua de la lluvia, por ejemplo, puede aprovecharse para tales usos. Es una alternativa barata y ambientalmente responsable, que, cada vez más, debe ser alentada por los gobiernos. Países como Australia ya están mucho más desarrollados en términos de uso del agua de lluvia, sin embargo, en muchos otros países todavía no es una realidad. Para incluir esta tecnología en tu próximo proyecto de arquitectura, es importante seguir algunas consideraciones.
Además de reducir el consumo de agua potable, la captación del agua de la lluvia ayuda a evitar la sobrecarga de la infraestructura de drenaje urbano. El sistema es bastante simple. El área de captación es generalmente la losa o el techo del edificio, pero también es posible extraer agua de otras superficies, como una carretera o una plaza, por ejemplo. A partir de ahí, esta agua se dirige a las canaletas y tuberías hasta llegar al depósito. Este es el componente más costoso de todo el sistema, y su dimensionamiento correcto es vital para aprovechar de manera satisfactoria el potencial del agua de lluvia, sin desperdiciar recursos ni espacio.
Entre los factores que influyen en el volumen de los tanques se encuentran las dimensiones del área de captación, la demanda de agua en la propiedad y, principalmente, la precipitación promedio del lugar, que debe determinarse a través de bases de datos históricas. Existen algunas opciones para calcular el volumen de los depósitos de agua de lluvia que pueden ayudar a elegir el volumen del tanque. Pero siempre es importante consultar a un especialista o proveedor para tomar las decisiones más apropiadas para cada situación. Por ejemplo, un lugar con precipitaciones frecuentes y bien distribuidas durante todo el año puede necesitar de cisternas más pequeñas. Un lugar con una estación lluviosa y una estación seca, debe tener un depósito más grande, para abastecer los meses sin precipitaciones.
Otra recomendación importante es siempre desechar los primeros litros de agua de lluvia. Son las aguas las que lavan las superficies de captación, como el techo o la losa, y también concentran la mayor cantidad de contaminantes tóxicos presentes en la atmósfera de las ciudades. Existen en el mercado productos y tanques filtrantes diseñados para este fin, que desechan automáticamente los primeros litros de lluvia. También es importante considerar filtros para los tubos verticales de modo que las hojas y otros materiales puedan llegar a los tanques. Para un buen funcionamiento, es vital limpiar las canaletas periódicamente y mantenerlas en buen estado, al igual que el interior de los tanques.
El agua recolectada se utiliza generalmente para usos no potables, como el riego, la limpieza e incluso para la descarga del inodoro. Para estos usos por lo general no es necesario un mayor cuidado en la purificación, basta con la filtración para eliminar las principales impurezas. Sin embargo, también existe la posibilidad de utilizar el agua de lluvia para el consumo humano, para bañarse y cocinar alimentos. En este caso, se recomienda utilizar tratamientos más complejos, como la desinfección con luz ultravioleta o la ósmosis inversa. Si esa es la intención, es esencial buscar asistencia técnica calificada.
Se trata de una inversión de rápido retorno con bajos costos de mantenimiento y operación. Pero considerarlo desde el principio del proceso de diseño asegura que el sistema esté bien dimensionado para las demandas de cada proyecto. El uso del agua de lluvia es algo muy antiguo; algunas investigaciones señalan que ya se utilizaban cisternas en el período Neolítico. En Pompeya, por ejemplo, el almacenamiento de agua de lluvia en el techo era común antes de la construcción del acueducto en el siglo I a.C. Cada vez más, la arquitectura debe aprender del pasado para enfrentar los problemas contemporáneos. Así como el aprovechamiento de la luz natural, el sol y los vientos en proyectos de arquitectura está cada vez más presente, el uso del agua de lluvia es un acto de sentido común extremo y una excelente manera de conservar este recurso preciado e indispensable para nuestras vidas.