Al culminar la larga y ardua carrera de arquitectura, nos entregan un título profesional que certifica que poseemos las facultades para diseñar un espacio habitable y la licencia para firmar los planos que permitirán construirlo. Pero esas son facultades técnicas y funcionales, para la parte artística de la arquitectura muchas veces depende de la humanidad que nos transmiten los maestros que nos educan para poder aplicarla a dichos espacios que diseñamos.
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Una rama crucial dentro de la disciplina -tanto así que se puede estudiar como una carrera por separado- es el diseño de interiores. Es imprescindible que para una buena obra de arquitectura se contemple tanto el volumen en su totalidad y su diálogo con el entorno externo como en el interior; desde la escala de los espacios hasta los detalles de acabados pasando por la interacción de la materialidad, todo influye en como la pieza arquitectónica se vive por quienes la habitan.
Toda norma tiene su excepción. Varios son los casos conocidos de históricos exponentes de la arquitectura que carecían de título como tales, y esto no fue ningún impedimento para ejercer ni mucho menos para dejar un legado, pues hoy en día aprendemos de todos ellos en las facultades de arquitectura al rededor del mundo. Claudia Garcia, cabeza de Studio MODO ejerce su pasión empírica en la arquitectura, que va desde el pensamiento de los espacios hasta el diseño de los muebles que aportan a la composición espacial y está dejando su huella en la arquitectura colombiana sin haberse formado en ninguna facultad de arquitectura ni sus disciplinas afines.
En nuestra misión de exponer a los talentos sobresalientes dentro de la disciplina, a continuación encontrarán la entrevista que le hizo ArchDaily donde podremos profundizar en la experiencia autodidacta de una mujer ejemplar en la escena del país cafetero.
Santiago Baraya: Tus proyectos demuestran una pasión y admiración por la arquitectura que invade las atmósferas que ambientas. ¿De dónde viene esa pasión ferviente por la arquitectura?
Claudia Garcia: Viene de la manera cómo veo la arquitectura, como esa conexión del ser humano con su espacio, que nos cuenta historias, nos transporta y nos hace sentir y percibir el mundo de alguna manera.
SB: ¿Qué te impulsó a aventurarte y emprender como diseñadora de interiores?
CG: Toda la vida he sido muy visual y sensible a los espacios y la estética que me rodea – desde los espacios interiores hasta el clima. Eso me llevó a obsesionarme desde joven por buscar y construir espacios en los que encontrará un equilibrio y armonía – que me sintiera en cómoda. Al comienzo empezó como un ‘hobby’ – diseñando y remodelando mis casas como el espacio de mis sueños. Luego me empezaron a buscar amigos y diferentes personas para que los visitara y les diera ideas. Las cosas se fueron dando y creciendo casi que de manera involuntaria y cuando me di cuenta todos mis viajes eran organizados alrededor del diseño, mi biblioteca estaba llena de libros de arquitectura y mi escritorio con planos de proyectos propios o de amigos.
Fue por esa época cuando decidí crear mi estudio de diseño – Studio Modo - que desde su comienzo busca escuchar y trabajar de la mano con las personas para convertir sus pasiones, sensibilidades y deseos en un lugar único, que hable por ellos y les ayude a descubrir su mejor estilo de vida y felicidad.
El estudio ha venido creciendo; en el 2010 abrimos nuestro showroom y empezamos a trabajar con algunas marcas de iluminación y mobiliario italiano. En los últimos años lanzamos nuestra línea de cocinas, venimos realizando remodelaciones y en este momento estamos diseñando nuestro primer proyecto completo arquitectónico, desde la arquitectura hasta el interiorismo.
Por eso ahora la defino “como la manera de transformar y sensibilizar espacios para comunicar y vivir en armonía con ellos, siendo parte esencial de nuestra manera de vivir."
SB: ¿Hacia dónde apunta el foco de Studio Modo?
CG: Quiero ir mas allá del diseño interior excluyente, queremos llegar a otros niveles y democratizar la calidad de vida, queremos ser parte de proyectos sociales que impacten la vida de muchas personas, trascender las fronteras de lo económico involucrando el entorno desde el urbanismo, la arquitectura eficiente, social que integre la funcionalidad hasta el detalle que permita el buen vivir.
SB: Al entrar en los espacios que reformas, tu sensibilidad es congruente desde los muebles que diseñas, el arte que acompaña hasta los elementos arquitectónicos que componen los espacios. ¿Esta visión integral a dónde crees que encamina tu carrera?
CG: Ese es el equilibrio que busco en los proyectos y en lo que nos enfocamos en el resultado final, nada al azar pero que cada detalle también hable de quienes habitan. En mi carrera -como mencioné anteriormente- mi gran reto ahora es tratar de democratizar el diseño en proyectos sociales donde desde el integrar el urbanismo, la arquitectura el paisajismo y las necesidades de las personas logremos crear espacios de vida dignos optimizando recursos y espacio para logra un buen vivir.
SB: Las escaleras tanto de la casa de la Pradera como de tu showroom son casi piezas escultóricas. ¿Qué opinas de este elemento que articula funcionalmente diferentes pisos, pero a su vez son tan protagonistas en los espacios?
CG: Las escaleras son los elementos mas complejos de diseñar pues tiene múltiples variables, como cumplir con un componente técnico, ergonómico y funcional, es por esa misma complejidad y por el volumen que representa dentro del espacio que desde lo estético buscamos que comuniquen el concepto que queremos transmitir en el espacio. Claramente que este integrada a la arquitectura, pero que desde la simpleza y atemporalidad sean protagonistas.
SB: En un rubro donde por tantos años el machismo ha opacado los referentes femeninos, siendo que en la academia suele haber una presencia fuerte de las mujeres, pero por varias razones, al llevarla a la práctica la balanza se inclina hacia el otro lado. ¿Cuales han sido los mayores desafíos que has enfrentado en tu carrera autodidacta?
CG: Creo que estamos en la era de la mujer, porque cada vez los seres humanos somos más sensibles y entendemos la necesidad de conectarnos. Así somos las mujeres – por lo general somos el equilibrio y la conexión de roles, personas y familias. Las mujeres estamos construyendo nuestro espacio, pero sin que eso implique desplazar. Ese es el gran reto, entender que lo podemos hacer juntos, mujeres y hombres, equipos diversos y multidisciplinarios con diferentes habilidades y visiones de vida. Como una financiera con sensibilidad y pasión puede enriquecer proyectos desde el detalle que complemente la gran escala de la arquitectura.
SB: Como arquitecta empírica te liberaste de la influencia de los maestros que guían la academia. ¿Crees que esto te ha permitido tener un sello de autenticidad en los espacios que diseñas?
CG: Tal vez sí, en cuanto a no tener límites ni paradigmas transmitidos. Sin embargo, también ha sido una gran responsabilidad y una tarea ardua de formación y crecimiento. La arquitectura es la motivación de mis actividades diariamente, de mi tiempo libre de mis conversaciones de mis lecturas, de mi entorno y de mis viajes. Todo ha sido encaminado hacia la pasión por la belleza, la estética, la armonía y a veces a la perfección construida por el ser humano, que desde sus ciudades nos cuenta la historia de la humanidad.
En mi formación he tenido mis ‘maestros’ a quienes sigo y me inspiran como Piero Lissoni desde su simplicidad e integralidad como profesional; Liz Crawford (no arquitecta) como precursora del entendimiento de la importancia del interiorismo como complemento de la arquitectura; Marcio Kogan con su manejo impecable de materiales que generan atmósferas... entre otros. Ellos me inspiran a crecer, aprender y probar cosas nuevas.
SB: ¿Al estar cercana a la experiencia arquitectónica, en qué crees que deba reestructurarse la academia?
Mi percepción de la academia me llega a través de mi hija que está en cuarto semestre de arquitectura, creemos que debe ser más enfocada en la experiencia que queremos transmitir, y un poco más al detalle del interior, pero también del decano de una universidad con quien hablemos del futuro de la arquitectura, y coincidimos, en la Gran responsabilidad social de los futuros arquitectos con visión global del mundo pero con el entendimiento del lugar específico, de crear un mundo menos excluyente y mejor para todos. No es solo hacer proyectos emblemáticos y premiados, es también construir un mundo sostenible, respetuosos del medio ambiente, del espacio limitado consciente de las necesidades de las personas y que aproveche los recursos actuales.
¿Qué mensaje o recomendación le quieres dejar a las futuras generaciones de arquitectas que enfrentan el panorama del país?
Que la esencia de la arquitectura es entender que no es aislada, es parte de un todo, que debe estar en armonía con su entorno y reflejar el momento histórico que se vive. Por esto tienen la responsabilidad de hacer proyectos conscientes de que van a permanecer en el tiempo y a ser parte de la historia, entendiendo el impacto, tanto en las personas como en los espacios.
También creo que es una profesión que requiere sobre todo una gran pasión por lo que se hace que debe producir emoción y eso es algo que no se enseña en la academia.