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Arquitectos: Andrade Morettin Arquitetos Associados
- Área: 8662 m²
- Año: 2017
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Fotografías:Nelson Kon
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Proveedores: Otis, Saint-Gobain, Anson, Bbosch, CBMM, Eleve, Gerdau Açominas, Grupo Galtier, OTIIMA
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Proyecto para un museo en la Avenida Paulista - IMS de São Paulo.
La creación de un nuevo museo se presenta siempre como un fenómeno extraordinario. El papel que estos edificios desempeñan en las ciudades contemporáneas es fundamental, no sólo por la capacidad que los mismos poseen para promover los acontecimientos relacionados al arte y la cultura, sino también por el aporte de vitalidad y dinamismo que significan para sus espacios urbanos.
Es en este contexto en el que surge la nueva sede del Intituto Moreira Salles, una institución consolidada y con una marcada presencia en el escenario cultural brasileño. Con una valiosa colección y una extensa trayectoria en el campo de la promoción de eventos culturales y exposiciones, el IMS no contaba con un espacio de exposiciones adecuado a sus capacidades en São Paulo. La nueva sede, por lo tanto, se construirá para suplir la necesidad concreta de más espacio, pero será mucho más que eso: creará un lugar que representará los valores y el espíritu de la institución. La nueva sede fue pensada como un museo, desde dentro hacia fuera, manifestándose como una plataforma programática y un símbolo para el IMS.
En este sentido, imaginamos un museo accesible, anclado al presente, que tenga una relación franca y directa con la ciudad y que, al mismo tiempo, ofrezca en su interior atmósferas tranquilas y acogedoras. Un museo capaz de equilibrar la vibración del espacio urbano con las cualidades y la escala de los espacios museísticos -un espacio que exige una calidad de luz y una percepción del tiempo muy particulares-. Un museo de carácter notable, que proporcione una experiencia única y particular a quienes lo visitan.
Para que el edificio lograra reunir tales cualidades, enfocamos nuestro análisis en la interpretación de dos parámetros que resultaron fundamentales para el diseño del proyecto: el programa y el contexto urbano. Lo que importaba aquí, además de los complejos requisitos funcionales, era determinar las cualidades y los vínculos deseados entre los distintos espacios internos del museo, así como también definir qué tipo de relación se pretendía establecer entre el nuevo edificio y la ciudad.
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Programa
Partiendo de un análisis programático, cuantificamos las áreas necesarias y agrupamos los espacios según su naturaleza. Resolvimos crear una secuencia a modo de “sucesión gradual” desde los sectores más abiertos y permeables hasta los más privados y controlados. Este diagrama organizativo representa la intención de enfatizar las conexiones y las continuidades entre los programas abiertos al público y de preservar la privacidad y el control de los programas administrativos y de servicios. Como consecuencia de este razonamiento, tuvimos que considerar una distribución independiente para las distintas circulaciones: por un lado, las destinadas al público general y por otro, las destinadas a las áreas administrativas y las de carga y servicios.
Con este análisis, definimos también que los espacios debían ser amplios y generosos, especialmente en las áreas de exposición -dado el papel relevante que las mismas desempeñarían dentro del esquema organizativo del nuevo museo-. También, debían ser flexibles y tener un ambiente controlado, brindando las condiciones ideales para albergar tanto la colección permanente como cualquier tipo y formato de exhibición temporal.
Con el fin de crear un sector programático significativo, agrupamos el auditorio, las aulas, el espacio multimedia y la biblioteca en un solo bloque integrado, formando la nueva Mediateca del Instituto. Este conjunto logra compensar el “peso” propio de las salas de exposiciones, equilibrando la distribución del programa dentro del museo. Así, parte de la biblioteca puede funcionar también como un espacio de reunión para quienes asisten a las aulas, de la misma manera que éstas, al integrarse al espacio, se pueden convertir en un pequeño auditorio suspendido que se relaciona simultáneamente con la propia biblioteca y el vestíbulo. También, nos interesaba la posibilidad de poder reunir diversas formas de expresión y medios de comunicación en un único espacio fluido y continuo, pero sin que esto implicara perder la contención necesaria para el buen funcionamiento de cada sector.
Contexto urbano
La Avenida Paulista es un lugar particular de la ciudad, pues en ella conviven una gran variedad de programas y personas. Es uno de los pocos lugares donde aún se desarrolla un modelo de ciudad plural, mixto y democrático. Esta rara cualidad, combinada con su gran escala y la privilegiada situación geográfica, hace que la Avenida Paulista sea uno de los lugares más interesantes y vivos de São Paulo.
Estudiando el entorno inmediato del nuevo museo, identificamos algunas singularidades propias del tramo de la avenida en el que se emplaza. La intersección con la avenida Consolação le otorga al sector un gran movimiento tanto de vehículos como de personas -debido a la proximidad de varias estaciones de metro y al corredor de autobuses-. La acera, en ese punto, es más estrecha por la presencia de un túnel subterráneo. Estamos justo en el final de la avenida. Desde allí, se abren amplias visuales hacia el valle de Pacaembu y hacia el primer tramo de la avenida Dr. Arnaldo. A solo dos cuadras es posible encontrar El Conjunto Nacional y, 4 cuadras más adelante, el imponente Museo de Arte de Sao Paulo.
El lote -20 x 50 metros- es llano y se encuentra rodeado en todas sus caras por edificios cuya altura ronda entre los 13 y 18 pisos. Se presenta como una grieta en la secuencia continua de volúmenes perfilados que consolidan el margen de la avenida. Es un lugar realmente extraordinario. Por otro lado, si uno se posiciona dentro del lote a nivel de la acera, notará que la ubicación ofrece pocas aperturas y conexiones hacia su entorno. Las preguntas que nos hicimos al comienzo vuelven a emerger: ¿cuál debe ser la relación entre el museo y la ciudad?, ¿cómo esta decisión influye en la articulación de los espacios internos del museo?
Partido
Una de las soluciones se basó en trasladar la planta baja del museo -su principal elemento articulador- de la base al centro del edificio, quince metros por encima de la Avenida Paulista, creando un vínculo totalmente nuevo y abierto entre el museo, la ciudad y sus habitantes. Con este desplazamiento, abandonamos la condición de espacio “claustrofóbico” generado por las restricciones y los límites del lote, conquistando las vistas de la ciudad y creando nuevas relaciones entre los espacios interiores del museo.
Como consecuencia de esta operación, logramos liberar el nivel asociado a la Avenida Paulista, permitiendo que el mismo funcione, junto con el primer subsuelo, como una plataforma de distribución para las diversas circulaciones que alimentan el edificio. Diseñado como un gran “salón urbano”, el nivel de la avenida se convierte en una extensión de la acera que conduce a los visitantes a través de las escaleras mecánicas y los ascensores hasta el corazón del edificio. Allí también se encuentra el restaurante del museo, totalmente abierto al público, reforzando el carácter plural de la avenida.
En este traslado, que recuerda a los tan familiares desplazamientos de las estaciones de metro, hay una primera transición entre la escala de la ciudad y la escala del museo. A lo largo del recorrido, la agitación y los sonidos provenientes de la calle se atenúan y la intensidad y las cualidades de la luz cambian. Se genera una transición gradual hasta la planta baja elevada que, frente a la ciudad, se abre brindando una perspectiva totalmente nueva. Liberándonos de una confrontación directa con la calle, fue posible crear un espacio vibrante y lleno de energía ajustado, a la vez, a la intensidad y la atmósfera deseadas para el museo. La escala y el tiempo han cambiado. Estamos dentro del nuevo IMS.
Como ya hemos mencionado, con este traslado logramos reestructurar el centro de gravedad del edificio, acercando los programas principales a la planta baja. Esta búsqueda, una vez más, es mucho más que una respuesta a los requerimientos funcionales. Se trata de matizar las circulaciones y los recorridos para adecuarlos a la escala y el tiempo del museo. Desde la planta baja elevada, la percepción del visitante de los espacios es clara y directa. La propia planta a nivel de vereda se ha transformado en una plaza de reunión y distribución –la cual cuenta también con una tienda y una cafetería-. Encima de esta plaza, se encuentran los espacios de exposición, protegidos en un volumen cerrado. Abajo, se agrupan los programas de la Mediateca, que funcionan como un gran espacio de encuentro dedicado al cine, la música, la literatura, la investigación y la producción de conocimiento.
Los almacenes y las áreas de apoyo del museo -como el espacio de almacenamiento temporal para las obras de arte, la colección de la biblioteca o los productos de la tienda- se encuentran localizadas en el segundo subsuelo. Esta planta se encuentra vinculada con el resto del edificio mediante un gran montacargas y un grupo de ascensores y escaleras de uso exclusivo para los empleados y al personal técnico.
La riqueza espacial del museo se genera y se percibe, sobre todo, en los vacíos del edificio. Estos tienen lugar en los espacios de circulación y de encuentro, los cuales se desarrollan entre los volúmenes del programa y la fachada del edificio. La materialidad de la fachada, resuelta con una doble piel de vidrio translúcido, genera una calidad lumínica que responde a nuestras pretensiones iniciales –donde imaginábamos que el interior del museo debía ser como un remanso: un espacio tranquilo y acogedor para los visitante-. A la vez, la luz que baña estos espacios lleva consigo el rastro de la ciudad, inyectando en el interior del edificio la memoria del mundo que lo rodea.
La elección de algunos materiales refuerza este deseo de construir relaciones significativas con la ciudad. En la planta baja elevada, recuperamos los icónicos solados de mosaico portugués, utilizados durante mucho tiempo en las aceras de la Avenida Paulista. Por otro lado, para cubrir todo el suelo del museo al nivel de la calle y generar un espacio continuo aplicamos basalto, el mismo material utilizado en el piso cementado de las aceras.
Por último, está la cuestión de cómo se sitúa el edificio en la ciudad. El uso de vidrio translúcido como segunda piel hace que el museo se perciba como un volumen bien definido, íntegro, con la fuerza necesaria para manifestar su presencia entre los vecinos y los demás edificios de la Avenida Paulista. Por otro lado, las propiedades de la luz y su concepción traslúcida crean una segunda percepción del edificio -cambiante según las cualidades del entorno y la posición del observador-. Como resultado, el interior del museo se manifiesta sutilmente en el espacio urbano.
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