- Área: 120 m²
- Año: 2019
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Fotografías:Pablo Axpe
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Proveedores: MARAZZI, Abet Laminati, &Tradition, Forbo Flooring Systems, Gurepark, Hosfrinor, Kado, Maderas Portu, Normann Copenhagen, Ondarreta, TopCer, Valentina
Descripción enviada por el equipo del proyecto. A pesar de que tanto su ubicación como su nombre son nuevos, el Restaurante Akari cuenta en realidad con una trayectoria de casi tres lustros.
Cuando el Mesón Txubillo, un bar de barrio ubicado en el sótano de un antiguo edificio, reabrió sus puertas en 2005, nada en aquel local hacía sospechar el enorme cambio que se había producido durante los pocos días en que había permanecido cerrado. Nada, excepto el aspecto de sus nuevos inquilinos, una pareja nipona, y su carta, que ofrecía una variedad de platos de inspiración vasco-japonesa.
A los pocos días de aquel cambio se hizo patente, por un lado, que la fusión gastronómica propuesta gozaba de gran aceptación en la ciudad y, por otro, que el local que la albergaba no reunía, ni por dimensión ni por prestaciones, las condiciones idóneas para atenderla adecuadamente.
Catorce años después, la cocina vasco-japonesa de Hitoshi Karube se ha trasladado a la planta baja de un edificio de reciente construcción. El nuevo local ha sido expresamente acondicionado para acoger su nuevo proyecto, que adopta el nombre de su socia y compañera, Akari Yoshida, pero mantiene el mismo espíritu que caracterizó la oferta culinaria del Txubillo. Un carácter que la intervención arquitectónica ha pretendido trasladar al espacio que lo va a albergar en su nueva andadura, buscando la complicidad entre las culturas vasca y japonesa.
La composición del local en planta, de geometría rectangular ligeramente trapezoidal y situado en un extremo del edificio, unida al deseo de los promotores de abrir la cocina al comedor, sugirieron una disposición de los espacios de producción (almacén-lavado-cocina-bar) adosados al único cerramiento opaco.
Esta secuencia lineal va desde la fachada trasera (que da a una calle secundaria), en la que se sitúa el acceso privado, hasta la fachada principal (en contacto con una plaza), en la que se ubica el acceso público a través de la zona de bar. En este mismo extremo se sitúan los aseos enfrentados a la barra del bar, articulando ambos elementos los dos espacios servidos: la terraza exterior y el comedor que ocupa el resto del local.
Los revestimientos, de madera en unos casos y cerámica en otros, han buscado señalar los diferentes espacios que conforman el local, ofreciendo una lectura diferenciada de los distintos ámbitos a pesar de encontrarse espacialmente conectados.
Así, tanto el bar como la cocina se muestran funcionales y fríos, forrados mediante azulejo negro y acero inoxidable, mientras que el comedor se ve cálido y acogedor, envuelto con una celosía fabricada mediante listones de contrachapado de abedul que no distingue la presencia de los huecos de las ventanas. Entre ambos, una franja de azulejo blanco y madera establece una frontera que separa y conecta los dos mundos: el de la producción gastronómica y el del disfrute de la experiencia culinaria.