Materia, fundado en el año 2009, es uno de los despachos emergentes más destacados de México y Latinoamérica cuyo trabajo se enfoca en estudiar la relación de los momentos espaciales con la estrategia de la materialidad en la arquitectura. Su trabajo se caracteriza por una depuración artesanal y técnica del detalle construido. La metodología de su proceso creativo considera los elementos contextuales del sitio, el usuario y a los requerimientos específicos de cada proyecto como referencia de diseño. Conceptos como masa, luz y contraste son preceptos fundamentales en la materialización de los espacios proyectados.
A lo largo de estos diez años de carrera, los proyectos de este despacho se categorizan en residenciales, comerciales y de interiores, siendo reconocidos en repetidas ocasiones a nivel internacional como lo fue en los Premios Prix Versailles 2018 en donde obtuvieron el Premio Especial Interior en la Categoría Tiendas por el proyecto Louis Vuitton Mexico Masaryk ubicado en la Ciudad de México.
Es por esto que, con motivo de la celebración de su décimo aniversario, el despacho montó una muestra en sus oficinas para mirar en retrospectiva toda esta historia que los conforma y así encaminar los esfuerzos de los futuros proyectos. En esta muestra, el equipo de ArchDaily México conversó con Gustavo Carmona, uno de los fundadores de la oficina quien nos compartió sus intenciones a la hora de diseñar, su rol como arquitecto y los aprendizajes que le han dejado estos diez años de trabajo constante. Sigue leyendo para conocer la entrevista completa.
¿Cuáles son sus principales intenciones a la hora de diseñar?
Gustavo Carmona: El trabajo de MATERIA está enfocado en el estudio de los ensambles tectónicos relacionados a la materialidad del sitio y la identidad del cliente y usuario. Estos ensambles generan espacios que, al ser afectados y erosionados por la materia pura como la luz, el viento, el sonido, generan atmósferas de cambio constante. Esa es nuestra idea de detalle, algo que más que ver con la escala, tiene su vocación en la intención consciente de cada decisión. Lo llamo la forma del momento.
¿Cómo definirían su papel como arquitectos contemporáneos?
GC: Me gusta hablar más del oficio del arquitecto que de su papel o rol. El papel de todo arquitecto es de vivir su momento, tomar las lecciones del pasado que nos informan y crear visiones hacia el futuro. El oficio del arquitecto contemporáneo esta cargado de una complejidad extrema. Ya no solo es aquel individuo de intuición desbordada. En un mundo de gran aceleración y cambio, el arquitecto requiere de ser un estratega de la materialización, de ser un agente positivo para generar las complicidades necesarias que logren alinear todas las fuerzas que moldean lo construido. Para eso creo esencial pensar en el enfoque, la empatía y el tipo de rigor que podemos inyectar en la práctica arquitectónica. Si de la combinación de ambas surgen lugares sensibles, aparece entonces la arquitectura, y eso es un gran logro en el momento actual.
¿Cuáles son los aprendizajes más importantes que han obtenido en estos diez años de trabajo y hacia dónde les gustaría dirigir el futuro de la oficina?
GC: Creo que justamente los aprendizajes más profundos están relacionados hacia el “cómo” y “porqué” hacemos arquitectura. Nos enfocamos en poder generar idea de lugar, identidad material y ensamble sensorial. Pero es muy difícil lograrlo sin dedicarse a la gestión, formación y generación de una cultura creativa y colaborativa que sea congruente con esa filosofía de diseño. Hay aprendizajes técnicos, creativos, administrativos; todos ellos de algún modo medibles. Pero el aprendizaje del rigor creativo y la búsqueda continua es lo más relevante. No podemos asumir, tenemos que cuestionar todo el tiempo; aprender a vivir con el cambio como constante y estar agradecido y tranquilo con esa incertidumbre.
Considero que dirigimos la mirada a proyectos que nos permitan crecer personal y profesionalmente en ese rubro. Creo que apuntamos a una práctica cada vez más diversa en su escala, su tipología y su geografía. Pero estamos enfocados en el ahora.
¿Qué consejo le darían a alguien que quiere estudiar arquitectura?
GC: Muchas veces repito que considero que la arquitectura es un acto de felicidad genuino, que es del “hombre y para el hombre”. El arquitecto es optimista y una persona de ideales por naturaleza. De otro modo no podríamos romper muchos de los esquemas que limitan nuestra práctica. Necesitamos arquitectos con ese empuje y sensibilidad humana, alejados de la búsqueda inmediata de la fama o de la falsa noción mediática que supone que todo es fácil, cerca y rápido. La arquitectura es compleja, se encuentra en donde menos la imaginas y tarda mucho tiempo en manifestar madurez.
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