¿En qué se relaciona Amancio Williams con Álvaro Siza? ¿Lina Bo Bardi con Andrea Palladio? ¿SANAA con Paul Virilio?
¿Cómo se puede enseñar y aprender arquitectura? ¿Cuál es el rol del arquitecto a la hora de proyectar? ¿Cómo las nuevas generaciones interactúan con el espacio público?
¿Estamos presenciando el fin de la era del usuario y el comienzo de la era de los actores sociales?
Las aproximaciones a estas respuestas se encuentran reveladas en las páginas de la nueva publicación número 22 de 47 AF, revista editada por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de la Plata, Argentina. Éste nuevo número invita a reflexionar sobre el Área de Contacto. Ese delicado vínculo entre la obra y el terreno, desde los apoyos puntuales del movimiento moderno hasta la masa pesada que se ancla a la tierra.
Mediante una serie de críticos textos y gran selección de obras, se analizan las distintas decisiones de los arquitectos, y los motivos por los cuales llegaron a las mismas. Asimismo, el Área de contacto aborda el vínculo entre el aprendizaje y la enseñanza. Acercándonos a los talleres de la FAU, la publicación también expone trabajos de estudiantes, actividades y reflexiones académicas que abre las puertas al debate e intercambio cultural.
A continuación conoce la revista en palabra de su equipo editorial
El presente número se inicia con un tema que propone indagar la diversidad de vínculos que se establecen entre la arquitectura y el territorio, y que genera sobre todo, el soporte para las relaciones sociales y culturales que se producen en ese espacio que denominamos Área de contacto.
El recorrido en pendiente y los pilotes utilizados por Le Corbusier en la Casa Curutchet; el volumen elevado de la Casa de vidrio proyectada por Lina Bo Bardi; o la relación entre suelo, basamento y torre utilizada por Juan O’Gorman en la Biblioteca Central de la UNAM, representan ejemplos de una modernidad interesada por las tensiones horizontales y verticales que se producen entre las obras y el terreno. Pero también, significan emblemas de una mediación cada vez más considerada por la producción arquitectónica actual, en la que se condensan gran parte de los valores técnicos, programáticos, estéticos y simbólicos de nuestra sociedad en el campo del hábitat.
Como publicación periódica originada en una Facultad de Arquitectura, también consideramos indagar el Área de contacto que se produce entre la arquitectura y el aprendizaje. De manera más precisa, entre los diferentes modos de interpretar la producción arquitectónica y las diversas maneras de pensar y afrontar el aprendizaje y la enseñanza. Ello propicia la difusión y confrontación de las diferentes experiencias construidas en el ámbito de la FAU y la región, al mismo tiempo que permite establecer polémicas, compartir conclusiones y considerar posibles derivaciones.
La circulación habitable / Paul Virilio
Architecture principe 3, El potencialismo, Abril de 1966
No supimos cómo conjugar el elemento sólido y elemento fluido. Mientras que en otras disciplinas el problema de los fluidos se ha resuelto hace largo tiempo, la arquitectura parece paralizada por el movimiento humano, y esta incompatibilidad entre estación y circulación está camino a destruir la metrópoli moderna.
En todas sus formas, el móvil se ha convertido en el agente destructor de las ciudades: ya sea el elemento social con sus grandes movimientos de masas, o las diferentes formas de energía utilizadas por la civilización industrial, los armamentos científicos, sin mencionar los agentes naturales, la ciudad moderna parece incapaz de dominar la fluidez.
Desprendida del suelo / Daniel Merro Johnston
La casa sobre el arroyo, Amancio Williams y Delfina Gálvez, Mar del Plata, 1943-1946
Amancio suscribe el postulado corbusierano de la planta baja libre, pero intenta llevarlo un paso más adelante, transgredirlo en el espacio superando la misma tipología, y es entonces cuando surge la idea del arco.
“Es como una caja de pájaros, como un sonido entre los árboles, y vas viendo que todo está absolutamente protegido y defendido con la figura del puente, es como si este hiciera posible una casa que estuviera en otro sitio, es realmente sorprendente…”, explicará muchos años después Enric Miralles en su visita.
Amancio quería expresar la idea de dejar el suelo libre, pero esencialmente quería decirlo de una manera especial, pues tenía claro que no bastaba con saber lo que había que decir, sino que era necesario también dominar cómo había que decirlo.
Tocar tierra. Cuando la dificultad es virtud / Sara Rosa Fisch
El río y la ruina son componentes del lugar que le permiten jugar libremente, pero el terreno tiene otro atributo que debe haber generado conflicto en su arquitectura. Es inundable.
La arquitectura de Siza se ancla en el lugar, es de carácter masivo, pesante, se asienta sobre la tierra como si de ella naciera. Y esta condición del terreno genera la necesidad de inventar la forma de llegar al suelo para esta arquitectura de la gravedad.
Siza registra su búsqueda en una maqueta. No es extraño, porque la solución es cercana a una propuesta escultórica. Planos en su mayoría no paralelos entre sí, dispuestos con una compleja geometría, siguen el giro volumétrico, se ubican a poca distancia, y proponen la masa suficiente para que la obra contacte con el suelo. Estos planos horadados con las formas geométricas del vocabulario pictórico de Nadir Afonso, se alinean proponiendo un recorrido. Su disposición, a su vez, alude a la configuración de masa a partir de líneas muy juntas que encontramos en varias pinturas del artista.
Resuelve así la forma de llegar al suelo, homenajea al pintor estableciendo un vínculo entre ambas obras y potencia el resultado arquitectónico.
Contactos en el cielo, realidades en la tierra / María Cristina Carasatorre
La "Séptima Habitación" elevada sobre la copa de los arboles, parece no conformarse con ninguna de estas opciones. Su voluntad de despegarse va mas allá inclusive, de la terraza jardín -quinta fachada- de la máquina de habitar moderna. Necesita acercarse al cielo, como los árboles de esa región, para ver la Aurora Boreal, fenómeno escenográfico de esas latitudes. Casi flotando sobre delgadas columnas, define la aparición de un nuevo plano arquitectónico: la sexta fachada dada por el piso elevado a diez metros, visible como un espejo desde el nivel cero reflejando el bosque. Dentro del artefacto, organizado a partir de un vacío central, todo está pensado con el objetivo de observar el paisaje.
Una manipulación que invierte los límites como en los dibujos imposibles de Escher: un piso devenido en techo, un suelo convertido en aire; flotando entre los árboles, integrando los sueños de la infancia con los límites de la realidad posible, elevando al cielo las Áreas de contacto que parecen ya no tener fin, ni gravedad.