El proyecto Ruin Experience, desarrollado por el arquitecto Sergio Navarro García, propone intervenir en las edificaciones en ruina que se encuentran en el campo de la localidad murciana de Lorca (España), donde la población fue dejando las robustas casas trasladándose a la ciudad. El proyecto propone una forma diferente de intervención, relacionándose con el entorno y aprovechando sus recursos, para así crear conjuntos sensitivos, donde las personas interactúan con la naturaleza mediante la arquitectura.
El Mesillo, lugar de intervención seleccionado por el arquitecto es un paraje único y escondido del municipio de Lorca donde existe una relación directa y especial entre habitantes y naturaleza a través de la agricultura. En el pasado, esta relación era aún más estrecha, lo que generó la creación y uso de cremas y tratamientos totalmente naturales. El agua, la tierra, el aire, el sol, las esencias, “los potingues” caseros, frutas y verduras y como no, una buena siesta, eran los remedios caseros para dolencias leves, o incluso el estrés que se podía tener.
El proyecto, por tanto, a través de una arquitectura sensitiva, en la cual la relación entre el usuario, la ruina y la naturaleza se hace especial, se centra en recuperar esa sabiduría y conocimiento tradicional aún presentes en muchas zonas de campo o de huerta creando un ecosistema de relax y calma.
Un lugar de culto al cuerpo a partir de la naturaleza y sus procesos naturales que harán con sus propiedades, previamente estudiadas, un lugar de disfrute y recreo. Un espacio donde evadirse, donde disfrutar de la naturaleza, de sus frutos, de sus procesos y resultados.
La intervención propuesta plantea un diálogo entre la ruina y el espacio arquitectónico, donde los sentidos y las sensaciones toman el protagonismo de los espacios. Para ello, la primera actuación ha sido la de consolidar la ruina y evitar que se siga produciendo el deterioro de esta. Seguidamente, se han identificado tres tipos de arquitecturas presentes en la intervención: una arquitectura del agua, excavada en el suelo con el fin de no utilizar elementos mecánicos para su movimiento; arquitectura adherida, una arquitectura desnuda que se relaciona con la ruina por sus paredes, sin llegar a tocarla y, de esta manera, respetándola; y una arquitectura suspendida, donde la base es una estructura a modo del parral tradicional, de donde la vegetación y los elementos arquitectónicos delimitantes quedan suspendidos.
La organización y distribución del conjunto parte de la base y se entiende como un recorrido sensorial que se va desarrollando a través de los diferentes espacios delimitados por los elementos anteriormente mencionados. Aunque este recorrido no es obligatorio, ya que los usuarios pueden moverse libremente por todo el conjunto, es recomendable seguirlo y así aprovechar al máximo la experiencia y los tratamientos cosméticos que se proponen.
El recorrido comienza adentrándose bajo la estructura adherida que soporta los complejos elementos de los procesados naturales, en este caso una instalación que funciona como alambique para destilar esencias. Se accede a una zona que tiene la función de vestuario, o cambiador, para recorrer la ruina de una forma natural. Seguidamente, se adentra en un espacio húmedo, donde la vegetación del techo llega al suelo, el agua con sus reflejos y sonidos y las damajuanas (garrafas de vidrio), suspendidas del techo, hacen de este espacio un verdadero placer para los sentidos. Las damajuanas van precipitando sobre las balsas de agua las esencias destiladas por el alambique de la cara norte, dotando a este espacio de una fuerte componente olfativa. Las temperaturas van cambiando a lo largo del espacio, donde el calor de un hypocaustum caliente el agua y crea una pequeña neblina de vapor que purifica la piel.
Siguiendo el recorrido propuesto se accede a un espacio dedicado al cuidado interno del cuerpo, donde la huerta gastro-cosmética es la base de diferentes modos de cocina para disfrutar en el exterior. En este espacio destaca un deshidratador solar de alimentos que mantiene las propiedades naturales de los mismos.
El siguiente espacio tiene como función principal la limpieza y nutrición de la piel, donde el usuario puede aplicarse ungüentos, mascarillas y exfoliantes naturales producidas al momento. Para limpiar los restos de estas aplicaciones y limpiar el agua de los espacios anteriores se habilita un sistema de balsas que con algas y un sistema de filtrado por cantos que depura el agua para repetir el procesado. A continuación, se hidrata la piel atravesando un espacio de telas de algodón empapadas en aceites esenciales, para finalmente, entrar en el espacio más retirado del lugar, donde el usuario se relaja bajo el cielo o en el interior de unas cápsulas a modo de falsas colinas. Los aromas de este jardín, además de la brisa, la luz y los olores hacen que el usuario consiga llegar al descanso y al relax total.
Arquitecto: Sergio Navarro García
Ubicación: Aguaderas, Lorca, Región de Murcia, España
Tutores: Juan Antonio Sánchez Morales y Ángel Allepuz Pedreño
Fotografías: Joan Fernández Linares
Superficie construida: 2940 m2
Año: 2018