En 2037 un 47% de los empleos realizados por humanos habrán sido reemplazados por robots, incluso aquellos asociados tradicionalmente a formación universitaria, según The Economist. Mientras el Foro Económico Mundial calcula que entre 2015 y 2020 se perderán 7,1 millones de empleos en todo el mundo, a medida que "la inteligencia artificial, la robótica, la nanotecnología y otros factores socioeconómicos reemplacen la necesidad de empleados humanos".
No se trata de ciencia ficción: el MIT Technology Review advierte que el actual debate sobre el incremento del sueldo mínimo de los empleados de cadenas de comida rápida en Estados Unidos aceleraría su propia automatización. Por otra parte, personalidades de Silicon Valley y millonarios como Elon Musk y Richard Branson han advertido que el impacto de la automatización obligará la creación de un ingreso básico universal para contrarrestar no solo el masivo desempleo que generaría estas nuevas tecnologías, sino también la híperconcentración de la riqueza global.
Un defensor de esta idea es el economista británico Guy Standing, quien ha planteado en el Foro de Davos que este ingreso "sería una sensible precaución contra la posibilidad de un desplazamiento masivo debido a la automatización y la inteligencia artificial", pero ¿afectará la automatización a los arquitectos?, ¿efectivamente seremos reemplazados por robots?
Pensemos por un instante en el empleo de tus padres, abuelos y bisabuelos: durante el siglo XX surgieron y desaparecieron cientos de oficios a medida que nuevas tecnologías surgieron y se consolidaron. Los académicos Ian Wyatt y Daniel Hecker [PDF] estimaron que en 1910 alrededor de un 32% de la población estadounidense se dedicaba a la agricultura, mientras los profesionales y técnicos no superaban el 5%. Noventa años después, solo un 1% permanecía en el campo, mientras aquellos con formación profesional representaban el 23%.
Si lo piensas bien, hoy en día hablamos de especialistas en redes sociales, data scientists, diseñadores UX, renderistas, especialistas en drones, desarrolladores de aplicaciones, creadores de realidades virtuales, arquitectos especializados en impresión 3D/BIM/efectos especiales/sustentabilidad o incluso quienes trabajamos en ArchDaily y todo el ecosistema del mundo de la arquitectura en internet. Para estos nuevos empleos se requiere aprender nuevas tecnologías y ejercitar habilidades que anteriormente no eran valoradas por el mercado. No obstante, esta formación toma años y recursos: sabemos que quienes han perdido su empleo en la metalurgia o en la agricultura no saltaron inmediatamente a ser data scientists. Esa transición formativa y generacional es la dolorosa.
Autores como Guy Standing hablan de precariado, una nueva clase social frágil, sobrecalificada, contratada a cero horas y altamente proclive a los populismos. En esa línea, el surgimiento de aplicaciones como Uber efectivamente ha creado nuevas economías en torno a ellas —mal llamadas "colaborativas"—, pero no necesariamente han creado empleos de calidad: no hay pensiones, ni protección social ni vacaciones pagadas, sino un freelance disfrazado de colaboración.
Volvamos a la arquitectura: Future of Jobs proyecta que para el quinquenio que finaliza en 2020 los empleos relacionados con informática, matemática, ingeniería y arquitectura presentan "un sólido crecimiento". En el caso de estos dos últimos campos, esto sería gracias al crecimiento de la clase media en mercados emergentes, el cambio climático, la masificación de la impresión 3D y la volatilidad geopolítica, entre otros factores. Por otra parte, el periódico The Telegraph calculó las probabilidades de automatización de 700 empleos, a partir de un estudio de la Universidad de Oxford publicado en 2013. ¿Las buenas noticias? Los arquitectos presentan una de las tasas más bajas de reemplazo (1,8%), en una cómoda posición junto a diseñadores de moda (2,1%), ingenieros aeroespaciales (1,7%), curadores (0,7%) microbiólogos (1,2%), maquilladores teatrales (1%), antropólogos (0,8%) y coreógrafos (0,4%).
Entonces, ¿qué tienen en común los empleos más difíciles de ser reemplazados? Muchos de ellos requieren un alto nivel de interacción humana y presentan un bajo porcentaje de actividades repetitivas en su día laboral. David J. Deming, profesor en la Escuela de Educación de Harvard, cruzó las ofertas laborales publicadas en Estados Unidos entre 1980 y 2012 con las habilidades exigidas por cada empleo. Deming concluyó que aquellos empleados que "combinen con éxito habilidades matemáticas y sociales [encontrarán] muchas oportunidades" en el futuro, destacando habilidades blandas como la empatía y la cooperación.
En esa línea, Mark Cuban postuló en la pasada edición del ciclo de conferencias SXSW en Estados Unidos que los empleos relacionados con habilidades cognitivas, pensamiento crítico y creatividad se verían menos expuestos a ser reemplazados por robots:
Saber cómo pensar críticamente y evaluar desde una perspectiva global va a ser más valioso que [...] ser programador o un contador público o ese tipo de cosas
En esa línea, un reciente estudio de la University College London (UCL) y la Universidad de Bangor postula que escultores, arquitectos y pintores "parecen relacionarse con una conceptualización espacial diferente que se manifiesta a través de una manera sistemáticamente contrastante de hablar sobre el espacio", es decir, una percepción espacial que nos distingue como arquitectos, pero que también nos separa del resto de la sociedad al momento de compartir y difundir ideas a quienes no están especializados.
La automatización y la inteligencia artificial, por ahora, no reemplazarían a los arquitectos, pero no quiere decir que la disciplina no esté viviendo profundas transformaciones en su ejercicio: los computadores y softwares han eliminado tediosas actividades repetitivas, optimizando la producción de material técnico y permitiendo, entre otras cosas, atomizar el tamaño de las oficinas de arquitectura. Cada vez se necesitan menos arquitectos para desarrollar proyectos más complejos.
Por otra parte, la saturación del mercado laboral ha motivado a miles de arquitectos a sacar partir a sus habilidades aprendidas para cruzar otras disciplinas. Y si bien algunos se siguen enredando en discusiones oxidadas sobre si debemos proyectar con lápiz o mouse; la realidad virtual, la impresión 3D y los avances que siga mostrando la inteligencia artificial seguirán moldeando las discusiones sobre nuestra profesión en los próximos años. Con o sin robots.