Post Office Cowboys es un proyecto colombiano de creación audiovisual que lleva décadas funcionando. En su página web se ofrecen documentales y entrevistas sin editar a grandes personajes de la Bogotá reciente como Rogelio Salmona, Thomas Van Der Hammen o Antanas Mockus, todas de acceso gratuito.
Esta entrevista es producto de un desayuno compartido entre Pablo Burgos, fundador de Post Office Cowboys y escritor de literatura infantil, y Manuel Saga, profesor de arquitectura de la Universidad de los Andes y coordinador de Bogotá Visible. Estuvo acompañado de jugo, café, huevos al gusto, croissants con mantequilla, el Parque de la Independencia, las Torres del Parque y la Plaza de Toros.
Manuel Saga: ¿Cómo definirías Post Office Cowboys?
Pablo Burgos (PB): Post Office es una metáfora, un espacio de encuentro volátil que ocurre a través del intercambio y la creación. Se originó en el año 1992 cuando era estudiante de Cine y Televisión en la Universidad Nacional de Colombia. Junto a mi hermano Alejandro y su pareja Simona Donato, estudiantes de filosofía en la Sapienza de Roma, formábamos un grupo de intercambio de correspondencia muy intensiva. Nuestras cartas, fotografías y collages poco a poco se fueron convirtiendo en guiones de documentales y cortos experimentales. Eso es post Office, una metáfora virtual que surge del intercambio. Cuando llegan cartas al buzón, Post Office se activa. Cuando no llegan, permanece en hibernación.
MS: ¿Cúal es la historia de vuestro colectivo?
PB: En aquella época de estudiante mantenía una estrecha relación con compañeros que estudiaban arquitectura también en la [Universidad] Nacional, como Juan Pablo Rodríguez. Ellos me motivaron a crear proyectos que se grabaran en la ciudad, en espacios urbanos y no en el estudio al que estábamos acostumbrados. Un tiempo más tarde viajé a Viena y a Roma, viajes en los que el colectivo se fue ampliando hasta fundar Post Office como colectivo en 1999. Poco después establecimos nuestra sede en Bogotá.
Sebastián Duque, miembro de nuestro equipo, define muy bien nuestra filosofía. Para él la ciudad es una maraña de recorridos interconectados, pero separados entre sí. Cada uno de nosotros conoce su propia Bogotá. Existen recorridos para las personas, para los animales, los vegetales y para las cosas. A partir de esta idea hemos elaborado diversos mapas sobre estructuras hídricas, pasillos vegetales, e incluso sobre infraestructuras perdidas como la del tranvía. De estas cartografías han surgido proyectos como “Diálogos en el nudo”.
MS: ¿De qué otras series nos puedes hablar?
PB: En Post Office todo depende de las sinergias que aparecen en el momento. Por ejemplo, con Urián Sarmiento, percusionista, elaboramos toda una serie documental sobre músicas colombianas. Fue una oportunidad estupenda para hacer que el proyecto saliera de Bogotá y se introdujera en las regiones, esa otra mitad que todo colombiano es. Con Hernán Darío Correa, sociólogo, hemos creado otros proyectos implicados en el proceso de paz en Colombia, al que hemos llamado “tertulias”.
MS: Hablas de proyectos urbanos y regionales, ¿has trabajado también sobre arquitectura?
PB: Como decía, Post Office nació de la mano de la arquitectura y su sensibilidad. Uno de los proyectos que se están desarrollando en este momento tiene que ver con el regreso a Colombia de Gonzalo Cano, miembro fundador, que estuvo de viaje en Nueva York. Gonzalo se ha trasteado a una casa construida por Fernando Martínez Sanabria, alrededor de la cual está creando un espacio de reflexión y un proyecto de documentación para recuperar las formas arquitectónicas originales de esa vivienda. Este proyecto, apoyado por Carlos Niño Murcia, busca llegar al detalle constructivo más preciso y crear toda una discusión a partir de él.
MS: Podría decirse que la web de Post Office y el canal de Youtube es más bien un escaparate del proyecto.
PB: Efectivamente. Post Office Cowboys precede con mucho a la subida de nuestros vídeos a plataformas como Youtube. Sin embargo, estos espacios digitales son muy importantes para nosotros ya que nos permiten llegar a un público más amplio, a menudo sensible con los temas que tratamos. Antes de la era digital estábamos relegados al estreno en una pequeña sala de cine. Ahora no es que seamos una tendencia con miles de visitas, pero las visitas que recibimos son muy estratégicas ya que documentamos fenómenos muy particulares en Colombia.
MS: En este sentido, ¿qué tipo de impacto buscan con Post Office Cowboys?
PB: Buscamos siempre un impacto estratégico, que a partir de unas pocas personas podamos llegar a generar consecuencias positivas sobre otras muchas. Por eso nos gusta cuando nuestros productos sirven como documentación para agentes de la Secretaría Distrital de Cultura y otras entidades. A partir de ellos llegamos a otros muchos. Ahí los números brutos no son importantes.
MS: Hablas de llegar finalmente a las personas, ¿cómo se refleja eso en vuestras producciones?
PB: La persona más importante en cada uno de nuestros documentales son siempre sus protagonistas. Cuando alguien ve valorada su labor diaria, por humilde que esta sea, ve reforzado su papel en la sociedad. Un caso paradigmático es el de los cantantes de Bullerengue, a quienes retratamos en nuestra serie sobre músicas colombianas que mencionaba antes. Estos cantantes no suelen ser reconocidos más allá de su papel en la noche. Cuando proyectamos nuestro documental en el festival de Bullerengue, el impacto fue impresionante. Se escuchaban comentarios como “¡quién se iba a imaginar a ese negro en la pantalla!”. Hemos ayudado a cambiar su realidad. Uno de los casos más sonados es el de Paito, músico de gaita hembra, que viajó a la Escuela de Estudios Musicales de París para documentar su trabajo. Este es el impacto que buscamos. El de las personas que se ven reflejadas, aquellas para las que somos un espejo.