Este artículo fue originalmente publicado por KatariMag el blog de historia de la cultura contemporánea en su expresión más fresca, vanguardista y sofisticada. Lee más de sus artículos aquí y sigue su Instagram.
El Proyecto Synco, del gobierno de Salvador Allende, era realmente alucinante. El nivel de las ideas detrás de esta operación era de alta vanguardia. El proyecto Synco pretendía lograr una comunicación en tiempo real entre las industrias estatales, sus trabajadores y los altos mandos del gobierno y luego procesarla para tomar mejores decisiones. Información en tiempo real es un concepto imbuido en nuestra conciencia de seres del siglo XXI, pero a inicios de los ’70, en nuestro pequeño país del fin del mundo, esto era una revolución.
Fui ignorante frente a este proyecto hasta que mi amigo Tomás Vivanco me contó sobre lo que iba a presentar en la primera Bienal de Diseño de Londres el 2016. Se ganó el concurso con su “The Counterculture Room”, una reproducción a escala de la sala de operaciones del Proyecto Synco. Esto calzaba a la perfección con el concepto global de la Bienal: celebrar los 500 años del libro Utopia de Tomás Moro. Y es que entre más leo sobre los cortos tres años que Allende estuvo en el poder, más me doy cuenta de la envergadura de su utopía. Realmente era un hombre que pretendía cambiar el mundo, o al menos su mundo, acá en Chile.
La gran utopía de Allende era lograr un socialismo por vías democráticas, con libertad de prensa y de expresión para los partidos políticos opositores. En ningún país el socialismo se ha impuesto por vías democráticas si no sólo por las revolucionarias. La historia ha demostrado que cambios tan drásticos en la economía no se pueden realizar con libertad de expresión y de hecho, cuando luego el neoliberalismo extremo de Milton Friedman se impuso de la noche a la mañana en nuestro país, nadie podía oponerse, estábamos en dictadura.
A la utopía del proyecto Synco se llegó por necesidad. Allende ya había expropiado las industrias más importantes del país. La vía al socialismo de Allende pretendía lograr rápidamente una economía centralizada y estatizada. Pero como consecuencia inmediata de esto, el gobierno se vio con un mar de información muy difícil de manejar y cuya efectiva gestión era absolutamente fundamental para la estabilidad económica del país. La respuesta la encontró en la cibernética.
La cibernética es “la ciencia de la organización efectiva”, según el intelectual y consultor británico Stafford Beer (en la foto, Chile, 1972), uno de sus grandes investigadores y el mayor cerebro detrás del proyecto Synco. Fue Fernando Flores, en esa época Ministro de Economía, quien al ser ingeniero, conocía las ideas de Beer y propuso contactarlo. El mismo Salvador Allende fue a Londres a reunirse con él para ofrecerle probar sus innovadoras ideas de manejo de sistemas, en el experimento que él mismo hacia con nuestro país. Beer era un idealista también y creyó fervientemente en que su sistema ayudaría a mejorar la administración económica del país. Para él, la cibernética era la respuesta moderna a la ineficiente burocracia.
En palabras de Beer en una conferencia en Brighton, Inglaterra en enero del ’73 “A partir de mediados del decenio sesenta la respuesta ha sido y es el control en tiempo real. Contamos con la tecnología para aplicarlo. Este fue uno de los conceptos fundamentales que trazamos para Chile a fines de 1971” Este concepto de la información en tiempo real se vuelve especialmente relevante en una economía planificada. Con información al día se podían tomar mucho mejores decisiones que con reportes de hace seis o doce meses.
En términos técnicos este sistema funcionaba de la siguiente manera. En cuatro meses se lograron conectar los centros industriales a lo largo del país, utilizando una combinación de líneas de telex y micro-ondas. La información se recolectaba en una computadora IBM, que procesaba ésta a través del software Cyberstride (también desarrollado por el equipo de Beer) y de manera cuasi-inteligente, daba alarmas sobre los temas de urgencia a las administraciones interesadas.
El manejo de la información que debía lograr el Cyberstride era una idea igual de vanguardista que la información en tiempo real y que se relaciona con el procesamiento del Big Data y de la revolución del software que vivimos hoy. En la misma conferencia citada con anterioridad, Beer enfrenta a la comunidad científica planteando que esta idea de la “cuasi-inteligencia” ya no es parte de la ciencia ficción y que la computadora no se debe pensar como una máquina sumadora veloz. “Por sobre todo, usaríamos nuestra comprensión cibernética del concepto de filtración, para utilizar las computadoras convenientemente en su calidad de máquinas cuasi-inteligentes, en lugar de usarlas como gigantescos depósitos de datos muertos” .
La última parte del proyecto en llevarse a cabo fue su representación física y tangible: la Sala de Operaciones. El diseño estuvo a cargo del alemán Gui Bonsepe junto a un equipo multinacional. Los muebles y la sala se diseñaron y fabricaron en Chile, las pantallas en Inglaterra. En una estética fascinante y muy característica de la concepción de futuro de la época, se diseñaron siete sitiales inspirados en la silla Tulip de Eero Saarinen, con pedestales blancos en fibra de vidrio y cojines color naranjo. Cada uno contaba con 10 botones en el apoya brazos desde donde se podía controlar qué mostraban las pantallas. Las paredes eran enchapadas en madera y las pantallas adosadas a ellas mostraban el Datafeed (en la foto, Chile, 1972), la gran fuente de información para esta sala donde estaba prohibido el papel.
Esta Sala de Operaciones se construyó en un edificio del centro de Santiago, pero no logró operar. El sistema de conexión vía telex sí funcionó por algunos meses y de hecho fue de cierta ayuda para el manejo del gobierno en el gran paro de Octubre del ’72. Después del golpe, los militares destruyeron todo lo que se había avanzado.
Salvador Allende muere, Fernando Flores fue arrestado y dado en libertad el ’76, año en que se va a vivir a Palo Alto, California. Stafford Beer no se encontraba en el país, pero se dedicó por años a sacar de Chile a sus conocidos y ayudarlos en el exilio. Al parecer Beer se vio muy afectado por el golpe militar y dejó su vida de privilegios para irse por años a vivir en una cabaña en la Gales rural, sin agua corriente ni línea telefónica donde se dedicó a practicar yoga y escribir poesía. Un científico chileno dijo que Beer había llegado a Chile como un hombre de negocios y se iba como un hippie. Tal cual.
Y así termina esta historia con tantas aristas y modos de análisis. Creo que es muy importante que nuestra generación deje atrás las visiones en blanco y negro. Eso se lo tenemos que dejar a la generación que lo vivió. Nosotros, con el beneficio del tiempo, podemos ver las escalas de grises. Además toda esta época de la historia de Chile es rica en detalles y matices que le agregan valor a nuestra identidad. Esa es la visión que finalmente aporta y hace avanzar a una sociedad.
Por otro lado, encuentro fascinante que en nuestro país se haya generado un proyecto de tanta vanguardia, con ideas que permean de forma potente nuestro presente. Tema que recalca un interesante y profundo artículo en The New Yorker. El autor sugiere un puente entre el diseño de la Sala de Operaciones y el diseño que emplea Apple, esto a través de Gui Bonsepe y la Universidad en la que enseñaba en Ulm, que es una prolongación de la Bauhaus. También en cómo Nest, Google y Uber trabajan sobre el manejo del Big Data en tiempo real con softwares súper inteligentes que la procesan. Y como dato pop les cuento que David Bowie a través de su amigo Brian Eno, conoció las ideas de Stafford Beer y nombró su libro “Brain of the Firm”, publicado mientras trabajaba en Synco, dentro de su lista de favoritos.
Acá les dejo el excelente video que realizó Fab Lab Santiago para explicar su proyecto en la Bienal; “The Counterculture Room”: