En el marco del Ciclo TRANS, que celebra los cinco años de la galería y que busca potenciar el espacio como un punto de encuentro mediante obras específicas diseñadas por profesionales de edades, latitudes y disciplinas diferentes, llega a Monoambiente quizás una de sus muestras más "de borde":
La Muestra #18 intenta definir la idea de borde disciplinar mediante una convocatoria a dos arquitectos que han decidido no dedicarse a la arquitectura de manera tradicional.
Tanto Luis Úrculo, como Marcia Krygier han forjado una práctica dentro de los campos de las artes plásticas, audiovisuales y culinarias que traza puntos de conexión con el pensamiento y el desarrollo disciplinar arquitectónico que los moldeó académicamente.
Sus aproximaciones a las nociones de materia, proceso y representación, entre otras, se definen, a mi criterio, en los márgenes del lenguaje arquitectónico a la vez que se nutren de las sutilezas y libertades de las disciplinas que hoy los abrigan.
Esta muestra indaga sobre la permeabilidad del lenguaje arquitectónico, sobre su capacidad de absorber y aprender de otros lenguajes, de otros medios. Al mismo tiempo que, de manera expansiva, impone sus ritmos, estructuras y lógicas proyectuales, buscando colonizar otros campos en los que trabajar el espacio, las relaciones humanas y definir el universo que nos rodea y define.
Hasta que punto podemos hablar que una obra pertenece a la arquitectura y al diseño? Y a partir de que punto deja de serlo? Que es lo que define un campo disciplinar? Un campo de acción? Un formato comercial? Un mercado? Es posible pensar a la comida como una obra arquitectónica? Y una acción simple y pura como mascar chicle, puede ser considerado arquitectura?
Me interesa buscar una definición ampliada de la disciplina, que se compone por herramientas y órdenes lógicos que nos permiten dialogar con nuestro entorno. Y en esa idea de diálogo es que intento trabajar sobre el prejuicio de lo que parece ser ajeno, para forjar una fuerte relación con lo propio.
Entiendo al límite que virtualmente separa las disciplinas, como el mismo borde que las une y las hermana. Siempre pensé en que la mayor virtud del lenguaje arquitectónico era su capacidad de amalgamar órdenes, realidades y sistemas.
Esta muestra se da el lujo de buscar lejos los confines de una disciplina que se expande de manera constante y que aún abriga prácticas geniales y contundentes como las de Luis y Marcia.
* Texto por Martin Huberman - Director de Monoambiente.
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