Cuando hablamos de espacio público, es importante pensar en las diferentes vivencias que una misma ciudad produce en sus variados tipos de usuarios. Un grupo social frecuentemente excluido de las conversaciones sobre urbanismo es la población infantil.
Sabemos que la ciudad que hoy impide la participación ciudadana infantil crea adultos que no saben ser agentes de transformación social.
Con esto en mente y aprovechando la exposición Monumentos, Anti-monumentos y Nueva Escultura Pública, el Museo de Arte de Zapopan, Jalisco, decidió impartir un taller para la creación de monumentos basada en la colaboración comunitaria y la generación de consenso.
Para activar su creatividad, los niños y las niñas que participaron en el taller realizaron una forma tallada en jabón, misma que sería un elemento representante de una ciudad imaginaria, dentro del contexto del libro Las ciudades invisibles, de Italo Calvino.
A continuación se les impartió una charla sobre cómo el humano atesora la memoria, para platicar de algunos ejemplos—desde las maravillas del mundo, el Voyager, hasta el árbol de la noche triste, donde Hernán Cortés rompió en llanto—con la finalidad de expandir los límites de los niños para pensar que los monumento pueden nacer de lo más abstracto o ridículo.
¿Qué merece un monumento?
Esta pregunta la respondieron con un dibujo personal de tema libre, ejercicio que descubrió cuáles eran los temas más relevantes para el grupo. Entre la variedad de temas destacó el medio ambiente. Así se desarrolló un segundo ejercicio de dibujo y texto, dentro del marco ambiental.
- Animales acuáticos.
- Animales terrestres.
- Contaminación y medio ambiente.
Cada equipo desarrolló propuestas individuales, aunque representadas por dos integrantes seleccionados por ellos mismos, se presentaron los tres equipos y continuaron a otra dinámica, en donde realizaron una maqueta del entorno inmediato al museo, algo que estuviera fresco en su memoria, para que entendieran la forma urbana y los principales usos del espacio público inmediato. La finalidad fue escoger un tema pertinente al contexto social y urbano, así como elegir un punto en la ciudad para montar el monumento de tamaño natural.
Esta información les bastó para decidir que el tema del medio ambiente, árboles y contaminación era lo más relevante.
Mediante una votación secreta, los niños y niñas eligieron la mejor propuesta y se cambiaron los equipos por especialidades, según las aptitudes necesarias para desarrollar el proyecto:
Comunicación: se encargaron de generar un tríptico explicativo de la idea.
Estructura: realizaron con precisión la base, placa, y analizaron la posición e interacción del monumento con las personas de una manera funcional.
Escultura: Desarrollaron en cartón corrugado la propuesta ganadora.
El autor de la idea se mantuvo en contacto sobre todo con el equipo de comunicacion y escultura para integrar su idea y comprender cómo transformarla en realidad. Al final todos los niños se habían apoderado de las ideas y explicaron a sus padres cómo en el juego hicieron algo por convicción, y así fue como lo compartieron.
