Cynthia Solís Patri, del estudio Elgue, ha realizado una obra de alto nivel y de una intensa preocupación por el lugar. En su trayectoria se destacaron proyectos de escala pequeña y media con un cuidado exquisito de los detalles, aprovechando el uso de los materiales y la mano de obra local, integrados a la potente naturaleza del paisaje paraguayo.
A pesar de las escasas referencias que se encuentran sobre su labor profesional, su producción, ampliamente premiada y reconocida tanto dentro como fuera de su país, habla por sí misma de una diseñadora excepcional.
Cynthia Solís Patri nació el 23 de julio de 1971, en Asunción, Paraguay. Ingresó a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional en 1989. Aun estudiante, en 1992 comienza a trabajar como dibujante en el Estudio Insfran, Elgue y Andersen, donde participa en algunos proyectos destacados donde el estudio resulta premiado. Entre ellos el Segundo Premio Concurso de Anteproyectos Facultad de Derecho U.C.A (1992), el Primer Premio Salón Pérez Uribe del Club Centenario (1993) y el Primer Premio Concurso Edificio Polideportivo del Colegio Internacional (1994).
Después de que finaliza su carrera en 1994 con un sobresaliente, en 1997, se asocia con Luis Elgue, quien fue además su compañero de vida. Juntos inician un tránsito de casi 16 años compartiendo la vida y la profesión.
Como equipo desarrollan obras destacadas como la Sede de la Universidad Autónoma de Asunción (1997), que fue primer premio de un concurso nacional. Entre las obras reconocidas y publicadas internacionalmente citamos el Puesto de Salud San Juan de Villa Oliva realizado en 2006. Se trata de un pequeño espacio para la atención de una comunidad rural con carencias de diversa índole. El proyecto trabaja con un presupuesto exiguo y aprovecha con maestría con los materiales y la mano de obra local para manifestar una “ética, basada en el respeto de lo esencial, lo crudo, lo áspero, lo “non finito” como medio de convivencia entre el edificio y el lugar” (memoria de los autores). El ladrillo se utiliza de diferentes maneras inspiradas en las texturas de las construcciones tradicionales.
En esta secuencia de obras excelentes y reconocidas nacional e internacionalmente, Solís coordinaba diseño, desarrollo técnico y acabados además de las relaciones con los clientes difíciles ya que tenía la serenidad y paciencia para tratar dificultades. En el proyecto ella defendía la integración de la naturaleza y la arquitectura, propiciando incorporar cada árbol existente.
Después de 20 años dedicados a la profesión, desarrollando una carrera intensa a los 41 años, fallece en Asunción el día 28 de abril de 2013, dejando un legado de alta calidad en la arquitectura latinoamericana.
* Texto por Inés Moisset, cortesía de Un Día | Una Arquitecta
