El futuro que viene, el que ya está aquí y el que ya fue son facetas de futuros posibles que exploramos desde la arquitectura en un momento especialmente incierto.
Futuros perfectos e imperfectos se dibujan en el horizonte, como resultado de un pasado inmediato —el del siglo xx— que abre distintas lecturas del porvenir. Joan Clos, director ejecutivo de ONU Habitat dice que si bien la ciudad del futuro es una incógnita, la urbanización del planeta crecerá exponencialmente con más y mayores urbes que concentrarán a tres cuartas partes de la población a mitad de este siglo. El urbanismo y la arquitectura como disciplinas, conforman —dan forma— a las ciudades y a los habitats del futuro. Y este número de Arquine, vinculado a la cuarta edición anual del Festival de Arquitectura y Ciudad MEXTRÓPOLI, reúne una serie de textos que reflexionan sobre estos futuros y muestra proyectos contemporáneos que responden a los signos de un tiempo inminente. Unos ensayos leen la ciudad como una red espacial de huellas; algunos recorren las arqueologías del futuro que concibieron a ciudades andantes hasta las representaciones digitales recientes que desgravitaron la arquitectura, hasta otros que presagian el colapso del futuro debido a la colonización del espacio y del tiempo o vaticinan un tiempo sin futuro.
Si la Unidad de Habitación de Le Corbusier y Walking City de Archigram reunían todas las necesidades de una comunidad desligándose de sus contextos, las obras que se exponen en estas páginas reciclan instalaciones industriales (Lacaton&Vassal, architecten de vylder vinck taillieu) e hibridizan arquitectura, ciudad y paisaje (los jardines residenciales en altura de WOHA en Singapur, la vivienda prismática invadida por la vegetación de Junya Ishigami, el centro educativo de Diller Scofidio + Renfro en Columbia, los anillos de Foster para el Campus Apple y de OMA para Endurance Community Village, las nuevas topografías de Odile Decq en el Museo Geoparque Nacional Fangshan Tangshan o los cilindros de la casa Tobogán de Z4A + Z4Z4, que yuxtaponen en forma críptica distintos proyectos canónicos).
Ante la incertidumbre de un mundo más cerrado, donde el muro —como elemento esencial de la arquitectura— puede convertirse en el estigma de la segregación, quepan estos recuerdos del porvenir, las memorias de utopías urbanas y los ejemplos construidos para privilegiar una sociedad basada en la economía del conocimiento, el intercambio y el diálogo, que dibujen un futuro más esperanzador.