- Área: 93 m²
- Año: 2016
-
Fotografías:unTAG
-
Proveedores: Saint-Gobain, Asian Paints, GM electricals, Jaquar, Jindal
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Vrindavan es una modesta vivienda rural de 93 metros cuadrados, situada dentro de una granja de 2,5 hectáreas que es fiel a su sentido mitológico sánscrito - un bosque. Es una casa de retiro para una pareja de 60 años, en su pueblo natal, Ozram, Maharashtra, India, en una tranquila finca atesorada por ellos como un hobby en los últimos 15 años, con sus plantaciones de mango, castañas de cajú, chickoo, jackfruit y palmeras. Su única síntesis es, una humilde morada cercana a la naturaleza. Su única limitación, un acotado presupuesto de Rs. 10 lacs (aproximadamente 15.000 USD), lo que significaba construir la casa a 160 USD / metro cuadrado.
Aspiramos a diseñar una casa indígena económica, que pudiera relacionarse con la escala humana, donde la experiencia de habitar debía ser priorizada sobre la forma.
En nuestra primera visita al sitio, encontramos un árbol de mango muerto sobre una cuadrícula bien definida de 1.8 m2, donde existían plantaciones de mango y chickoo. Instintivamente, sentíamos que la casa se ubicaría perfectamente aquí, dentro de una densa arboleda, abriéndose a una vista lejana de la loma. La casa se apropio de las vistas de las copas de los árboles, verdes y exuberantes, estableciendo una conexión entre el interior-exterior al mismo tiempo que mantenía la privacidad entre las partes. La casa fue diseñada como una serie de 3,6 metros de espacios decrecientes, desde un dormitorio privado & sanitario a un amplio espacio con ventilación cruzada, a una galería que tiene vistas a la loma. La sala de estar y el dormitorio se funden en uno durante el día, dando la sensación de un espacio modular más grande. La entrada a la casa está marcada a través de un delgado y ligero vestíbulo, que conecta la casa principal con la cocina. La cocina tiene un patio de servicio para el desi chullah (un fogón rural), que está encerrado por una piedra Jali, que otorga sombra mientras que mágicamente transforma el espacio durante todo el día. La casa desciende gradualmente, siguiendo la topografía del sitio, concluyendo en un volumen de 1.30 metros de altura -de la veranda-, que ofrece una vista serena del atardecer detrás de las montañas lejanas.
Chira (laterita), una piedra indígena económica obtenida de una cantera a 3 kms de distancia, es el cuerpo de la casa, al ser utilizado como el principal elemento estructural. Chira, una piedra porosa, colocada con mortero de cemento y cal, se comporta como una loza de barro. Mantiene la temperatura interna 4-5 grados más baja que la del aire exterior y también permite soportar el monzón del oeste que predomina en el cinturón de Konkan. La sombra, una parte inherente de una casa tropical, se encuentra asegurada a través de los grandes voladizos de las tejas de terracota -localmente disponibles- que apoyan en una estructura inclinada de metal. Las puertas-ventanas están hechas a mano de madera de teca y jaca local recuperada, comprada a un precio nominal, al ser reutilizadas de las vigas de un antiguo templo hindú desmantelado de un pueblo cercano. El suelo y las paredes interiores han sido revestidas con la piedra india Kotah, añadiendo otra capa de aislamiento térmico como protección del sol abrasador. Los antiguos muebles inutilizados del cliente fueron modificados y reutilizados para la sala de estar. Un equilibrio entre el uso óptimo de los materiales locales y la reutilización de los activos existentes nos ha llevado finalmente a diseñar y construir esta casa sostenible.
El placer de ser capaz de arrancar un mango desde la ventana, de tomar una taza de té mientras se observa la puesta del sol -a través de un filtro de copas verdes- es una experiencia que los clientes aprecian. Esta casa NO se trata de cómo se ve, sino de cómo uno se siente en su interior. Se trata de una conexión perfecta entre una modesta morada y un huerto que ha sido cuidado por sus clientes desde los últimos 15 años.