Lima cumple años e inevitablemente miramos atrás. Una mirada retrospectiva de la arquitectura limeña nos trae sentimientos encontrados. Por un lado, orgullo, alegría, evolución; por otro lado, pena, impotencia, olvido. Olvido con mayúsculas. Hablemos de lo que se olvida, pues para recordarlo. ¿Y qué pasó con las noticias incendiarias?
Incendio en un reconocido callejón/Incendio en la quinta “X”. Incendios de nuestra memoria. No pasan más que de un plano superficial, y en general, no sobrepasan al plano de la piel. Curioso, porque un incendio es “una agitación violenta del ánimo” y debería provocar reacción a los involucrados directa o indirectamente. Quintas y callejones se desmoronan y poco o nada se hace al respecto.
El callejón “El Buque”, una histórica vivienda de Barrios Altos (1753), se incendió en el año 2012 y quedó parcialmente derrumbado e inhabitable. Este vacío fue llenado por personas de mal vivir que lo convirtieron en un fumadero, lo cual provocó un incendio fulminante el año pasado, tras colapsar la estructura de quincha de gran parte del edificio. Los encargados de apagar el fuego creen que debe ser demolido para la seguridad de los vecinos de esta zona. “Inmueble con riesgo de colapso” dice el cartel puesto por la municipalidad como medida preventiva (¿?). Por su parte Antonio Polo y La Borda, arquitecto representante del colectivo Salvemos Lima comenta: “Si el Estado peruano considera que El Buque es un monumento histórico, pues debería invertir dinero para que se recupere en beneficio de la ciudad y de las personas que aquí viven”. Hoy permanece en escombros como si esperara el total olvido. Sería una gran pérdida para el patrimonio arquitectónico de Lima. Si esto sucede con un edificio tan emblemático, la suerte está echada para los edificios desapercibidos.
Es así que otras quintas y callejones se han incendiado sin lograr mayor conciencia aún. Un preocupante cableado genera un corto circuito en una antigua quinta de Jesús María. Una vela encendida en una vivienda de adobe y quincha se irradió rápidamente en toda una quinta de Barrios Altos. Un juego de niños con pirotécnicos encendió un depósito de materiales reciclables e inflamables, lo cual afectó al resto de una quinta en La Victoria. Causas varias interconectadas por la única razón del deterioro de su estado de conservación. Es importante valorar la quinta limeña como alternativa al problema de ocupación del espacio urbano de alta densidad, pues es una solución con una gama de aplicación muy amplia que promueve la sociabilidad, afirma el arquitecto Jorge Burga.
“Si descubres un incendio, no guardes la calma ni busques la salida" nos advierte el poeta español Alberto Conejero. Reflexión que podemos traer al campo de la acción en la arquitectura. Un fuego que se manifiesta así destruyendo, no debería dejarnos pasivos al olvido; sino todo lo contrario: transformar el fuego y convertirlo en luz. Indignarnos e iluminarnos. Una revalorización de la arquitectura de Lima que lleve a una mayor planificación urbana integral a cargo de un organismo especializado. Por mientras, los mortales podemos seguir con pequeñas iniciativas que sigan creando conciencia, la base de todo.
