La ausencia del estado, falta de planificación y la ineficacia de las autoridades ante la ola de inmigración de hace algunas décadas han dado como resultado sectores marginales y periféricos en donde el nivel de vida es apenas tolerable, en los mejores casos. Ante esta situación, desde hace ya varios años, han surgido iniciativas privadas a cargo de ONGs y la Iglesia que buscan mejorar las condiciones de habitabilidad en las periferias.
De la mano de los propios habitantes se vienen ejecutando diversas intervenciones que buscan mejorar las condiciones de vida y aminorar el impacto de posibles desastres naturales. Pero al margen de la buena intención y la legítima motivación se encuentra una manera errónea de entender el problema. Todas estas iniciativas basan su accionar en las condiciones de informalidad y marginalidad en que se encuentran las periferias malentendiéndola como una creativa espontaneidad, y con este accionar se continúa manteniendo a sectores menos favorecidos separados del resto de la sociedad. Es decir, se está tapando un hueco, cuando lo que hay que hacer es rellenarlo.
Y es que donde hay lástima, no puede haber respeto. La aproximación que tienen estas organizaciones a las poblaciones marginales es el de la eterna emergencia, de considerar que el otro está desvalido ante el Estado y los intereses de las corporaciones y que a través de las iniciativas de la gente y de su constante movilización se lograrán cambios. No es tan fácil.
Es cierto que hay amplios sectores de la población que se encuentran en total abandono, pero esta aproximación desde la lástima no es mejor que el acercamiento codicioso de las corporaciones. Los proyectos de caridad para la población empobrecida no solamente ratifican su status quo de eterno desvalido, o de “Población Vulnerable” sino que también, al inculcar la idea de que se pueden lograr cosas al margen de las autoridades, se le priva de la posibilidad de una participación plena en la sociedad. Todo esto, claro está, originado desde una sensibilidad bien intencionada y quizá por eso no se señala ni critica.
Pero esta postura paternalista también ha sido usada por regímenes segregacionistas que ahora resultarían inaceptables. Dos ejemplos: durante el Virreinato, para efectos legales, se consideraba que los indios que no eran nobles eran menores de edad, es decir, no podía ejercer sus facultades. Otro ejemplo, más reciente, señalado por el filósofo Slavoj Žižek: “El Apartheid, ese sistema detestable que regía en Sudáfrica, este sistema atroz no se basaba en un rechazo a los negros si no que uno de sus postulados era ‘proteger a las tribus, que aún no estaban preparadas para los valores occidentales’. Digamos que por “default” la forma básica de racismo y segregación es rechazar a otro grupo humano.
Pero, aparte de esta forma básica existe otra, más sutil, difícil de detectar, pero no mejor que la otra. Esta, consiste en idealizar al otro, en atribuirle logros y enaltecer hipócritamente su cultura, ensalzándolo tal como en la época de la ilustración como Buen Salvaje, poner a cierto grupo como un eterno necesitado, y negándole una participación activa, con derechos y deberes en la sociedad. Es cierto, estas iniciativas surgen ante la inacción de las autoridades, pero es justamente por eso que no debemos perder la perspectiva y exigir a las autoridades que cumplan su función y esto implica hacer participar totalmente a la población en el sistema, es decir, tributando y dirigiéndose hacia la formalidad. Sólo así se logra una verdadera integración y se articula a un amplio sector de la ciudad.
No debemos asumir heroicamente el rol que debería tener el Estado, porque entonces se estaría cayendo sin quererlo en esa asquerosa demagogia y cínica posición retratada magistralmente en la película Ciudadano Kane: “If I don't look after the interests of the underprivileged, maybe somebody else will, maybe somebody without any money or property...and that would be too bad!” “Debemos hacernos cargo de los pobres, porque de lo contrario, ellos se harán cargo de sí mismos”.
PREVI es uno de los ejemplos más claros en el que se puede ver como esta aproximación basada en los usos y costumbres no ha sido adecuada, y más bien, partiendo de sus propios intereses y aspiraciones, es decir, cambiando la manera en la que vivían, los habitantes han adaptado de la manera más humilde y pragmática sus viviendas con respecto a las pretensiones paternalistas del diseño original. Absolutamente todos los módulos de vivienda han sido transformados hasta el punto de resultar irreconocibles con respecto al diseño original y ahora tienen un aspecto que es más cercano al de sectores consolidados. Con esto se evidencia que las soluciones de emergencia, o que se creen que son Ad Hoc para los sectores marginales, de ninguna manera son afines a los objetivos que tiene la población. Debemos recordar lo que se pide en una de nuestras canciones más populares: “No me compadezcas”.
El último ganador del Pritzker, Alejandro Aravena, es el arquitecto que dirige Elemental, una oficina de arquitectura que se define como un Do Tank. Bajo esta línea de trabajo, de enfrentar el problema directamente y con carácter de emergencia, no está viendo que el problema va más allá de los alcances de la arquitectura. Todas estas iniciativas han caído en la miope urgencia, como lo evidencia la edición de la bienal de Venecia “Reporting From The Front” que también fue dirigida por Alejandro Aravena. Lo que han logrado hasta ahora estas iniciativas es apartar del debate político y mover al ámbito de lo social la situación de amplios sectores y aliviar a las autoridades de su responsabilidad al asumir ellos la dirección en la que deben organizarse las periferias. Ante la falta de acción de las autoridades, están actuando tal y como actúan los intereses privados, es decir, aprovechando el vacío. El resultado no es de ninguna manera mejor.
Con todo, estos proyectos al menos pretenden dotar de necesidades básicas y viviendas funcionales a la gente. Ahora bien, entonces, ¿por qué criticar estas iniciativas y no a los grandes intereses? Porque los intereses financieros y su voracidad son evidentes y fáciles de identificar y de alguna manera ya sabemos cuál es la agenda de las corporaciones. No se me malentienda, no dudo de la legitima motivación ni de la buena intención de estos colectivos e iniciativas. Pero no hay que perder de vista lo importante, por atender lo urgente.
La manera de aproximarse a la problemática de las periferias pasa por justamente no tratarlas como periferias. Esto último podría pasar de una escala urbana y metropolitana a una escala nacional, para combatir el centralismo, que es un problema apremiante, y cuyos efectos afectan, contrariamente a lo que se supondría, a la capital.
Al alejarte del centro de la ciudad estas adentrándote en la periferia, pero, si estos sectores tuvieran el mismo tratamiento en cuanto a usos de suelo, áreas verdes, accesibilidad, que las áreas consolidadas, en lugar de alejarte del centro, estarías simplemente, pasando a otro. Esto sería beneficioso para toda la ciudad. La morfología no debería tampoco ser una excusa para posibles regeneraciones urbanas sino todo lo contrario, porque además desde nuestra más remota herencia cultural tenemos ejemplos interesantísimos de ocupación en las zonas escarpadas y de difícil acceso. Y así como los Do Tanks enaltecen a la “arquitectura sin arquitectos”, se debería repensar y poner más énfasis en la “arquitectura sin arquitectura”, es decir en los Think Tanks y principalmente en las universidades, en donde actualmente abundan proyectos planteados para zonas marginales pero que no cuestionan la mismísima marginalidad.
La labor de las universidades no debería ser solamente dotar al mercado y a la sociedad de técnicos y expertos en solucionar los problemas, sino que, más importante aún, deberían ser los espacios en donde se cuestionen problemas de fondo y se replanteen las preguntas y no las respuestas.
Nota: El presente texto obtuvo el tercer lugar en el I Concurso Nacional de Crítica Arquitectónica, realizado en Perú, 2016.